Allison, una mujer de 39 años que vive en California, jamás imaginó que una noche de copas sería el detonante de una de las decisiones más importantes de su vida. Lo que comenzó como una resaca común terminó revelando un diagnóstico tan grave como inesperado: un tumor cerebral maligno.
En julio de 2024, Allison notó un hormigueo persistente en el lado izquierdo de su cuerpo y una alteración visual que afectaba su ojo izquierdo. Pensó que era algo pasajero, quizá consecuencia del síndrome premenstrual o la falta de cafeína. Pero cuando la visión se deterioró drásticamente tras una salida nocturna, decidió buscar atención médica.
La resonancia magnética fue clara: un tumor en el lóbulo occipital estaba causando inflamación y afectando su visión. El 2 de agosto recibió el diagnóstico definitivo: cáncer cerebral de grado tres. En menos de una semana, fue intervenida quirúrgicamente y los médicos lograron extirpar por completo un tumor de 4 cm. Luego, comenzó un tratamiento intensivo con radioterapia y quimioterapia.
Hoy, Allison se encuentra en recuperación, libre de dolores de cabeza y con una nueva perspectiva de vida. Su historia destaca la importancia de escuchar al cuerpo, incluso cuando los síntomas parecen menores. “Esa resaca me llevó al médico. Si no hubiera ido, tal vez no estaría viva”, reflexiona.
Los tumores cerebrales, especialmente los malignos, pueden avanzar en silencio. Por eso, actuar a tiempo es vital. Allison comparte su experiencia para animar a otros a no ignorar los signos de alerta. Porque, como en su caso, la vida puede depender de una simple decisión.