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Sabir Masih: El verdugo de 300 personas que no se arrepiente de su trabajo “rutinario”

Sabir Masid ha ejecutado a más de 300 personas. Él señala que "es una rutina" y no se arrepiente de haber ahorcado a tanta gente.

Bisnieto, nieto e hijo de verdugos, Sabir Masih ha ejecutado a unos 300 reos. Un trabajo que considera «rutinario» y que no le provoca remordimientos. Esto en un momento en el que Pakistán se ha convertido en uno de los principales países en aplicar la pena de muerte en todo el mundo.

Su primera ejecución la llevó a cabo en julio de 2006. El caso de un reo condenado por asesinato durante el robo de un banco. Con solo 22 años de edad, debido a que su padre estaba ocupado en el ahorcamiento de un preso en otra ciudad.

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En ocho meses superó las 100 ejecuciones y siguió sumando hasta que en 2008 el Gobierno impuso una moratoria sobre la pena de muerte.

HISTORIA DE SABIR MASIH

Durante los dos años largos de moratoria, Masih continuó cobrando su salario como empleado público de prisiones de la provincia del Punjab, sin ejecutar a nadie.

Hasta que el 16 de diciembre de 2014 un grupo de talibanes mató a 125 estudiantes en un ataque a una escuela de la ciudad de Peshawar (noroeste). Esto llevó al entonces primer ministro Nawaz Sharif a poner fin a la moratoria para casos de terrorismo y tres meses después para todos.

Tan solo tres días después del ataque, Masih ahorcó a los dos primeros presos tras años. Desde entonces ha llevado a cabo unas 100.

Pakistán ha ejecutado a 506 personas desde el fin de la moratoria. Lo que le ha convertido en uno de los principales países en aplicar la pena de muerte en el mundo, solo por detrás de Arabia Saudí, Irán e Irak.

La última ejecución de Masih fue la de Imran Ali, condenado por la violación y asesinato de una niña de siete años. Este es un controvertido caso que desató protestas violentas para reclamar seguridad y una acción rápida contra el violador, a quien ahorcó en octubre.

EL HOMBRE CUENTA SOBRE SU VIDA COMO VERDUGO

Grupos de derechos humanos como Amnistía Internacional (AI) consideran que Pakistán «viola el derecho y las normas internacionales» en su aplicación de las condenas a la horca. Mientras que organizaciones locales critican el sistema policial y judicial paquistaní por ser poco eficaces. Lo que deviene en sentencias injustas.

Nada de ello afecta a Masih, quien sostiene que la pena de muerte ayuda a reducir los crímenes. A pesar de las evidencias contra ello. Y remarca la tradición de su familia.

SEIS GENERACIONES DE VERDUGOS

Su familia ha realizado este trabajo durante seis generaciones. El abuelo de su padre ya se dedicaba a ello, desde los tiempos en que Pakistán era parte de la India británica.

Su tío abuelo Tara Masih fue el encargado de ejecutar al ex primer ministro Zulficar Ali Bhutto en 1977. Ello tras ser depuesto en un golpe de Estado. Además, de ser condenado por un tribunal.

La ineficacia del sistema judicial paquistaní quedó de manifiesto en 2016 cuando el Tribunal Supremo absolvió a los hermanos Ghulam Qadir y Ghulam Sarwar por asesinato, para descubrir que habían sido ejecutados meses antes.

Masih había sido el encargado de ahorcarlos.

El momento en el que Masih se entusiasma es cuando explica gesticulando cómo se practica la ejecución. Cómo coloca la soga en el cuello del reo, le cubre la cabeza, le ata las manos atrás y los pies. Cómo le explica al preso que no saque la lengua ya que se la puede cortar durante el ahorcamiento.

Y cómo los ajusticiados cuelgan durante media hora, para asegurarse de que han muerto. Ya que unos mueren en unos pocos minutos. Mientras que otros pueden tardar mucho más y se asfixian lentamente.

Masih recuerda que ha visto todo tipo de comportamientos en el patíbulo. Desde presos que lloran, algunos que rezan, hasta otros que guardan silencio.

Incluso algunos que parecen orgullosos de morir así.

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