“Me dijeron que no encajaba con la imagen de una monja. Que era demasiado atractiva para representar a la Iglesia”, reveló la monja brasileña de 41 años, Aline Pereira Ghammachi, al denunciar públicamente su expulsión del monasterio cisterciense de clausura de los Santos Gervasio y Protasio, en Italia.
Este insólito argumento, sumado a previas acusaciones de maltrato y la reciente partida de otras cinco monjas, ha desatado una fuerte polémica sobre el funcionamiento interno del convento.
Insólito argumento por apariencia
La acusación central de Ghammachi se centra en su apariencia física. “Dicen que soy demasiado bonita para representar a la Iglesia”, declaró a los medios.
Este motivo de expulsión, calificado por la monja como discriminatorio, cuestiona los criterios de aceptación y los posibles prejuicios dentro de la institución religiosa.
Acusaciones de maltrato y carta al Papa Francisco
Según el testimonio de Ghammachi, la situación se agravó cuando cuatro monjas del convento enviaron una carta al Papa Francisco acusándola de maltrato, manipulación psicológica y comentarios racistas.
La monja brasileña niega categóricamente estas acusaciones, insistiendo en que su apariencia fue la verdadera razón de su remoción como abadesa.
Una investigación ordenada por el Vaticano no encontró pruebas suficientes para una sanción canónica, siendo archivada. Sin embargo, una comisión de la Santa Sede decidió remover a Ghammachi de su cargo. Ella considera esta decisión una injusticia, producto de una campaña de calumnias internas.
Aline Pereira Ghammachi ha anunciado su intención de recurrir a la justicia civil para defender su reputación y su vocación, la cual siente truncada por razones “arbitrarias y sin fundamento”. Además, no descarta llevar su caso directamente al Vaticano, buscando la intervención del Papa León XIV.