El nuevo papa es el cardenal estadounidense Robert Francis Prevost y se hará llamar León XIV durante su pontificado, según se anunció tras su elección en el segundo día de su cónclave.
Las primeras palabras del papa León XIV
“A todas las personas en el mundo: ¡la paz esté con ustedes!Esta es la paz de Cristo resucitado, una paz que solo puede venir de Dios, una paz que transforma corazones y une a los pueblos", inició.
También recordó las palabras del Papa Francisco y su última bendición. “Esas voces humildes que bendijeron a Roma y también al mundo entero en la mañana de Pascua. Permítanme continuar con esa misma bendición”.
“Dios nos ama. Dios ama a toda la humanidad. Por eso, sin temor y tomados de la mano —con Dios y entre nosotros mismos—, sigamos adelante. Somos los discípulos de Cristo, y el mundo necesita su luz, la humanidad necesita ese puente que nos conduce a Dios y al amor divino".
Hizo un llamado al diálogo y a la paz. “Pidamos ayuda para construir esos puentes, puentes de diálogo que nos lleven a una vida en común marcada por la paz. Gracias al Papa Francisco por mostrarnos ese camino”.
Además, agradeció a sus hermanos cardenales, quienes lo han elegido para ser el sucesor de Pedro.
“Debemos buscar juntos nuestra misión como Iglesia, una Iglesia que construye puentes, que promueve el diálogo, que está siempre lista para acoger con los brazos abiertos y que favorece el encuentro desde el amor”.
Finalmente envió un saludo muy especial es español a la diócesis de Chiclayo en Perú, donde un pueblo fiel ha acompañado con cariño a su obispo.
El cardenal protodiácono, el francés Dominique Mamberti, anunció su nombramiento con la tradicional fórmula en latín ‘Habemus papam’ desde el balcón de la basílica de San Pedro.
El humo blanco que emergió de la chimenea instalada en la Capilla Sixtina a las 18.07 hora local había confirmado su elección, alcanzada en el segundo día de cónclave.
Los 133 cardenales electores lo han designado presumiblemente en la cuarta votación.
El anuncio fue recibido por decenas de miles de personas, entre fieles, peregrinos, religiosos y numerosos turistas, que abarrotaron los aledaños vaticanos y llegaron a la plaza de San Pedro para vivir el momento, estallando de alegría desde que vieron la humareda blanca.