Sharisse Zeroonian, una joven de 29 años originaria de Massachusetts, Estados Unidos, ha enfrentado una de las condiciones más desconcertantes y poco comunes del mundo médico: el síndrome de vómitos cíclicos (CVS, por sus siglas en inglés), una enfermedad que afecta apenas al 2% de la población mundial. Su diagnóstico llegó tarde, tras años de visitas a hospitales y diagnósticos errados que atribuían sus síntomas a migrañas o estrés.
En entrevista para Today.com, Sharisse reveló que durante los ataques más severos de su enfermedad, podía vomitar hasta 15 veces por hora. Esta condición no solo impactó su salud física, causándole una pérdida de peso de siete kilos, sino también su estabilidad emocional y social: evitaba salir por miedo a vomitar en público y llegó a experimentar pensamientos suicidas.
El alivio llegó en 2023, cuando finalmente fue diagnosticada correctamente. Aunque al principio sintió vergüenza, encontró en su historia una razón para inspirar y educar. Con tratamientos adecuados, ahora enfrenta episodios semanales, pero menos intensos, lo que ha permitido recuperar parte de su calidad de vida.
Lo más extraordinario es que Sharisse transformó su experiencia en arte. Es la creadora de Nothing Solid, una comedia oscura que ella misma denomina la primera “vom-com” del cine, basada en su lucha personal. El filme se estrenará en agosto y ha generado expectativa por su valiente forma de visibilizar una enfermedad que suele quedar en el anonimato.
Según Mayo Clinic, el síndrome de vómitos cíclicos provoca episodios intensos y recurrentes de vómitos sin una causa aparente. Aunque suele iniciar en la infancia, su aparición en adultos está en aumento. Es de difícil diagnóstico porque sus síntomas se confunden con otros trastornos digestivos. Los tratamientos combinan medicamentos contra náuseas, terapias para migrañas y cambios en el estilo de vida para reducir detonantes.
La historia de Sharisse Zeroonian es un testimonio de resiliencia, pero también una alerta sobre la importancia del diagnóstico oportuno. Con su voz y su arte, ha convertido el dolor en una herramienta de concienciación.