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Nutrición y salud mental: lo que comes también influye en tu ánimo

Nutrición y salud mental

La alimentación no solo influye en la salud física, también tiene una estrecha relación con el bienestar emocional. Cada vez más investigaciones confirman que existe una conexión directa entre lo que comemos y cómo nos sentimos. Esta relación se explica a través del eje intestino-cerebro, un sistema de comunicación entre el sistema digestivo y el sistema nervioso central, donde la microbiota intestinal cumple un rol clave en la producción de neurotransmisores que afectan el estado de ánimo, el sueño y el comportamiento.

De acuerdo con la nutricionista de Vita Alimentos, Ana Altamirano, “la salud emocional no depende únicamente del contexto o las emociones, también de los nutrientes que consumimos. Una dieta rica en fibra, probióticos, proteínas y vitaminas puede ser una aliada para mantener el ánimo estable y prevenir desequilibrios emocionales”.

A continuación, la especialista detalla cómo una correcta alimentación puede impactar positivamente en la salud mental y qué tipo de nutrientes deben estar presentes en la dieta diaria para fortalecer esta conexión entre el intestino y el cerebro.

  1. Fortalecimiento de la microbiota intestinal y producción de serotonina: La serotonina, conocida como la “hormona de la felicidad”, es uno de los principales neurotransmisores que regulan el estado de ánimo, el apetito y el sueño. Aunque gran parte de su síntesis ocurre en el intestino, es a través de la absorción de nutrientes como el triptófano, vitaminas del complejo B y magnesio, facilitada por una microbiota intestinal saludable que apoya su producción en el sistema nervioso central. Por eso, cuidar el equilibrio intestinal es clave para el bienestar emocional.

Alimentos como el yogur, por su contenido de probióticos (lactobacilos), ayudan a mantener esta microbiota en equilibrio. Cuando se combinan con fuentes de fibra como frutas, avena o chía, se genera un efecto simbiótico que fortalece la flora intestinal y potencia la producción de serotonina y melatonina. Además, los lácteos aportan triptófano, un aminoácido esencial que actúa como precursor de estos neurotransmisores, lo que favorece la conciliación del sueño y la estabilidad emocional.

  1. Prevención de ansiedad, irritabilidad y fatiga a través de la alimentación: Una dieta baja en nutrientes esenciales como vitaminas del complejo B, magnesio, hierro u omega 3 puede causar fatiga, cambios de humor y ansiedad. Los lácteos aportan varios de estos nutrientes clave, ayudando a estabilizar la energía y apoyar la función neurológica. Alimentos como pescados azules, nueces y semillas también benefician la salud cerebral por su contenido de omega 3. En contraste, el consumo frecuente de azúcares, grasas trans y ultraprocesados altera la microbiota intestinal y provoca fluctuaciones de glucosa que afectan directamente el estado de ánimo y la concentración.
  2. Mejora del descanso y regulación del apetito: El descanso reparador también está vinculado con lo que comemos. Un desayuno que combine proteínas, grasas saludables y fibra contribuye a regular los niveles de azúcar en sangre y favorece un estado de ánimo más estable durante el día.

La leche y el yogur, por su contenido de triptófano, no solo ayudan a producir serotonina, sino también melatonina, hormona responsable de regular el ciclo del sueño. Además, la caseína —proteína presente en la leche— ayuda a mantener la sensación de saciedad, lo que puede evitar el picoteo emocional o por ansiedad. Incluir alimentos como avena, quinua, frutos secos y frutas enteras en el desayuno contribuye a mantener un nivel de energía constante, sin los altibajos que pueden generar irritabilidad o cansancio extremo.

Alimentación consciente y hábitos clave

Más allá de los nutrientes, la forma en que nos alimentamos y los hábitos que acompañan esa elección son fundamentales para cuidar la salud mental. La nutricionista de Vita Alimentos brinda algunas recomendaciones clave para apoyar el bienestar emocional desde la alimentación:

  • Adaptar la alimentación a cada etapa de vida: En la infancia y adolescencia, promover el consumo de alimentos frescos para apoyar el desarrollo emocional y cognitivo; en la adultez mayor, priorizar proteínas, vitamina B12 y probióticos para prevenir el deterioro cognitivo y mantener el bienestar emocional.
  • Priorizar una alimentación balanceada: Consumir lácteos, proteínas de calidad, grasas saludables y carbohidratos ricos en fibra; evitar el exceso de ultraprocesados, azúcares y bebidas azucaradas que alteran el estado de ánimo y la concentración.
  • Mantener hábitos saludables complementarios: Dormir bien para regular la melatonina y el cortisol, realizar actividad física de forma regular para liberar endorfinas, e incluir probióticos como el yogur para fortalecer la microbiota intestinal y mejorar la respuesta emocional.

La alimentación desempeña un papel clave en el equilibrio emocional, ya que aporta los nutrientes necesarios para la producción de neurotransmisores y el buen funcionamiento del eje intestino-cerebro. Incluir una dieta variada con lácteos, frutas, vegetales, cereales integrales, grasas saludables y alimentos fermentados como el yogur puede contribuir a mejorar el estado de ánimo, la calidad del sueño y la respuesta frente al estrés. Cuando esta alimentación se acompaña de hábitos como el descanso adecuado, la actividad física regular y la reducción de alimentos ultraprocesados, es posible fortalecer la salud mental y promover un bienestar integral en todas las etapas de la vida.

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