El 30 de julio de 2025, un devastador terremoto de magnitud 8.8 sacudió la península de Kamchatka, Rusia, generando olas de tsunami de hasta 4‑5 metros y provocando erupciones volcánicas como la del Klyuchevskoy. El suceso, originado en una zona de subducción del Cinturón de Fuego del Pacífico, subraya la fragilidad geológica de esta región y resalta la importancia de sistemas globales de alerta y cooperación internacional ante la amenaza sísmica.
¿Qué implicaciones naturales tuvo el terremoto y cómo activó el riesgo regional?
Este sismo se originó en una megafalla de subducción donde la placa del Pacífico se hunde bajo la placa Norteamericana, liberando energía que desplazó grandes volúmenes de agua y provocó tsunamis en áreas como Japón, Hawái y la costa oeste de EE. UU.
Aunque muchas alertas fueron reducidas tras comprobarse olas menores a lo previsto, se registraron evacuaciones en más de 900.000 personas en Japón y daños materiales en Severo-Kurilsk, Rusia. La actividad sísmica también desencadenó la erupción del volcán Klyuchevskoy.
Históricamente, esta zona ha registrado megaterremotos como el de 1952 (magnitud 9.0), que generó olas de hasta 18 metros, y precedentes en 1737, 1841 y 1923.
¿Qué es el Cinturón de Fuego del Pacífico y por qué Kamchatka es clave?
El Cinturón de Fuego del Pacífico es una franja sísmica de aproximadamente 40.000 km que rodea el océano Pacífico, donde ocurren casi el 90 % de los terremotos del mundo y se concentran cerca del 75 % de los volcanes activos. Kamchatka está situada sobre la convergencia tectónica de la placa del Pacífico y la microplaca de Ojotsk, lo que genera intensa actividad sísmica y volcánica.
Cuando placas convergentes producen rupturas bajo el mar, como ocurrió en este caso, se activa el mecanismo del Cinturón de Fuego y pueden ocurrir terremotos catastróficos acompañados de tsunami.