El reciente estallido entre Israel e Irán no es un episodio aislado, sino la posible antesala de una guerra regional. La llamada “Operación León Naciente”, una ofensiva israelí sobre instalaciones nucleares en Irán, desató una reacción inmediata por parte de Teherán: “Promesa Verdadera III”, una lluvia de misiles balísticos y drones que impactaron centros urbanos israelíes como Tel Aviv y Haifa. El saldo: cientos de muertos, decenas de heridos y un mundo en vilo.
Un punto de no retorno
La tensión entre ambas potencias ha estado latente por décadas, pero la muerte de altos mandos iraníes, incluyendo el jefe de la Guardia Revolucionaria, Hossein Salami, ha cambiado el juego. Irán ha intensificado su retórica, y el Ayatolá Jameneí ha calificado los ataques de Israel como “actos de guerra total”. Netanyahu, por su parte, ha dejado claro que su objetivo es “eliminar la amenaza nuclear iraní de una vez por todas”.
Escenarios posibles: entre la contención y el caos
Los analistas internacionales coinciden en que existen cuatro caminos principales para este conflicto:
- Escalada controlada (Más probable): Ambos países limitan sus ataques a objetivos militares. Aunque se prolongue el conflicto, se evita una guerra abierta.
- Guerra regional total: Hezbollah entra en juego desde Líbano, milicias chiitas desde Irak y Siria se suman. Israel responde con todo su arsenal. El resultado: una catástrofe humanitaria y recesión global.
- Intervención de EE.UU.: Donald Trump, en su segundo mandato, autoriza operaciones directas contra Irán. Esto podría provocar una reacción de Rusia o China, complicando aún más el escenario.
- Desescalada diplomática: Qatar, Turquía o la ONU logran un cese al fuego temporal. Es el escenario más deseado, pero también el menos probable a corto plazo.
Un conflicto con impacto global
La escalada ya ha afectado el precio del petróleo, que superó los USD 105 por barril. El Estrecho de Ormuz, por donde transita el 30% del petróleo mundial, está en riesgo. Ecuador, aunque lejano geográficamente, podría sufrir alzas en combustibles e insumos importados. Pero también podría beneficiarse de precios petroleros altos, en medio de un mercado volátil.
Implicaciones para Ecuador y América Latina
Para Ecuador, el conflicto representa una amenaza económica inmediata.
El encarecimiento del petróleo puede elevar los costos de transporte, energía y alimentos, afectando a los sectores más vulnerables. Al mismo tiempo, como exportador de crudo, el país podría recibir ingresos extraordinarios, pero en un contexto de alta volatilidad.
En América Latina, las naciones con vínculos comerciales con Medio Oriente podrían ver afectadas sus exportaciones e importaciones. La región también enfrenta el riesgo de polarización política, con gobiernos tomando partido y poblaciones movilizadas en redes sociales.
Además, existe el peligro de que el conflicto escale hacia una crisis migratoria, con oleadas de desplazados que podrían buscar refugio fuera del eje euroasiático.
Algunos países latinoamericanos ya se preparan diplomáticamente para responder a esta nueva fuente de presión internacional.
Conclusión: una llamada de atención para el mundo
Este conflicto no es ajeno. Las guerras ya no se libran sólo en frentes alejados, sino también en mercados, redes y decisiones diplomáticas. Ecuador y América Latina deben seguir de cerca este conflicto, que podría redefinir alianzas, precios, flujos migratorios y agendas diplomáticas.
Hoy, el mundo está al filo de una guerra que podría cambiar la historia del siglo XXI. Y la diplomacia, más que nunca, es la única vía de escape.