Las investigaciones por el atentado contra el precandidato presidencial Miguel Uribe Turbay continúan arrojando nuevos datos que complican el panorama. Aunque el joven sicario de 15 años fue capturado poco después del ataque, nuevas evidencias apuntan a que no actuó solo y que su muerte pudo haber sido parte del plan.
Según registros de cámaras de seguridad obtenidos por las autoridades, tras disparar contra Uribe en un parque de Fontibón, el atacante fue seguido por dos hombres que lo interceptaron en un callejón cercano. Uno de ellos lo amenazó diciéndole: “No tengo nada que perder, se ganó su puñalada”, lo que ha llevado a los investigadores a pensar que estos individuos podrían haber sido enviados para eliminarlo y silenciarlo tras cumplir su encargo.
Ambos desaparecieron rápidamente del lugar cuando personal de seguridad les preguntó si estaban implicados en el hecho. Por ahora, se desconoce su identidad y paradero.
Además, surgieron dudas sobre el arma utilizada en el ataque. Aunque la Glock decomisada al menor fue la que causó los disparos en la cabeza de Uribe, las autoridades investigan si otra arma pudo estar involucrada, debido a una herida adicional en la pierna del senador.
La Oficina de Alcohol, Tabaco, Armas de Fuego y Explosivos de EE. UU. confirmó que la pistola fue comprada legalmente en Arizona, a nombre de Charles Joe Anderson, un ciudadano de 75 años. El vendedor, AJI Sporting Goods, aseguró haber seguido todas las normas durante la venta realizada en 2020.
Miguel Uribe Turbay permanece en estado crítico en la Fundación Santa Fe, mientras la investigación se orienta a determinar toda la red detrás del ataque.
