La elección del papa León XIV, nacido como Robert Francis Prevost, ha despertado un renovado interés en la espiritualidad agustina, ya que su formación religiosa se enraíza profundamente en la Orden de San Agustín.
Pero ¿qué significa tener una “tendencia agustina” y cómo impacta esta corriente espiritual en el liderazgo del nuevo Pontífice?
Ser agustino implica una vida centrada en la búsqueda de la verdad a través de la razón y el corazón, guiada por el amor a Dios y al prójimo.
Formación agustina
San Agustín de Hipona enseñó que el conocimiento de uno mismo es el camino para conocer a Dios. León XIV, como buen discípulo de esta doctrina, ha demostrado a lo largo de su carrera eclesial una fuerte inclinación al diálogo, la escucha comunitaria y el trabajo misionero en zonas vulnerables, como se evidenció durante su servicio pastoral en Perú.
Según expertos del Pontificio Instituto Agustiniano, esta tendencia se manifiesta también en su pensamiento inclusivo, alejado de posiciones dogmáticas rígidas. Su liderazgo dentro del Dicasterio para los Obispos, antes de ser elegido papa, estuvo marcado por una visión sinodal, de toma de decisiones colectivas, profundamente alineada con el espíritu agustino de comunidad.
La formación agustiniana también promueve el trabajo social como una forma de testimonio cristiano. León XIV ha sido un defensor activo de los derechos de los pueblos indígenas, la justicia social y la educación como herramienta para la dignidad humana. Esto lo posiciona como un Pontífice cercano a los desafíos del mundo actual.
El papado de León XIV, impregnado de valores agustinos, podría marcar una etapa de mayor introspección espiritual, reforma pastoral y apertura a los signos de los tiempos, tal como lo propugnó San Agustín siglos atrás.