Osório José Lopes Júnior orquestó lo que las autoridades consideran como una de las mayores estafas de este estilo en el país suramericano. El brasileño de 43 años se presentaba ante la sociedad como un pastor evangélico. Sin embargo, su estilo de vida era bastante peculiar, pues gozaba de todo tipo de lujos mientras exigía pagos a sus fieles.
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Debido a los antecedentes de Osório, las autoridades empezaron la Operación “Falso profeta” que movilizó aproximadamente 100 agentes. Las investigaciones señalan a Lopes como el líder de una banda criminal compuesta por una red de 200 pastores dedicada a estafar alrededor de 50 000 personas tanto dentro como fuera de Brasil.
Modus operandi
El pasado jueves 21 de septiembre las autoridades detuvieron a Osório en su rancho familiar en Tocantis. El supuesto pastor es investigado por los cargos de falsedad ideológica, evasión fiscal, fraude y blanqueo de capitales.
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La red criminal utilizaba su condición de autoridades religiosas para, en sus respectivos templos, convencer a sus fieles de invertir en operaciones financieras y proyectos caritativos de dudosa procedencia. A cambio, les prometían ganancias de cantidades abismales como colaborar con 25 reales (unos cinco dólares) y obtener un octillón de reales. Para lograr la credibilidad de sus fieles utilizaban sin autorización los logos del Banco Mundial y del Banco do Brasil.
Los delincuentes se dieron la tarea de crear entidades jurídicas fantasmas para simular tener apoyo de instituciones financieras importantes. Asimismo, usaban teorías conspirativas para convencer a sus fieles, una de ellas es la “Nesara Gesara”. Esta supuesta teoría se refiere a un conjunto de reformas económicas propuestas en los 90 en EE.UU. que nunca se presentaron ante el Congreso.
¿Cuál es la cantidad estimada que lograron robar?
En sus cinco años activos, la banda logró movilizar alrededor de 156 millones de reales (poco más de 30 millones de dólares). A la par, crearon 40 empresas falsas y 800 cuentas bancarias ilegítimas. “La estafa puede ser considerada una de las mayores jamás investigadas en Brasil, ya que se encontraron víctimas de diferentes clases sociales y ubicadas en casi todas las unidades de la federación”, señaló Leonardo de Castro, coordinador del Departamento de Combate a la Corrupción y al Crimen Organizado.