Leandro de Souza, conocido como el hombre más tatuado de Brasil, está viviendo una transformación radical. Con el 95 % de su cuerpo cubierto por tatuajes desde su adolescencia, hoy está en pleno proceso de eliminarlos con láser como parte de un giro espiritual que lo ha llevado a replantear su vida.
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“Hice mi primer tatuaje a los 13 años. En ese momento eran expresiones de lo que yo idolatraba: Guns N’ Roses, Nirvana, Metallica… las bandas que marcaron mi juventud”, contó al medio brasileño G1.
Adicciones y soledad
Su historia está marcada por momentos oscuros. Tras su divorcio, cayó en una espiral de adicciones que incluyó alcohol, cocaína, LSD y éxtasis. “No soportaba la vida que llevaba. Me transformé en una atracción, como un animal de circo”, confesó.
Fe, redención y nuevas oportunidades
El punto de quiebre llegó cuando buscó refugio en un albergue de Bagé, donde fue recibido por personas que lo acercaron al evangelismo. Desde entonces, ha abandonado el consumo de drogas, lleva más de tres años sin beber alcohol y dedica su vida a predicar en comunidades y centros penitenciarios.
Eliminación de tatuajes
En paralelo, se somete a sesiones de eliminación de tatuajes cada tres meses, un procedimiento que describe como tres veces más doloroso que hacérselos. “Por más que me pongan anestesia, el dolor es horrible”, reconoce.
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El resultado es visible: Leandro ya luce irreconocible. En redes sociales comparte su proceso, que también incluye la recuperación de su rol como padre y la búsqueda de una nueva oportunidad laboral.
Más allá del dolor físico, lo que Leandro está borrando es un pasado que ya no lo representa.