En medio del constante escrutinio mediático que acompaña a figuras del entretenimiento, la relación entre la presentadora ecuatoriana Alejandra Jaramillo, conocida como ‘La Caramelo’, y el influencer colombiano Beta Mejía ha captado la atención del público latinoamericano.
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Pero detrás de los focos y los rumores, hay una historia que va más allá del romance: el lazo genuino entre Mejía y Sebastián Muñoz, el hijo adolescente de Jaramillo.
Beta Mejía indica que son ‘parceros’
Lejos de cualquier intento por asumir un rol paternal, Beta Mejía ha sido claro al referirse a su vínculo con Sebastián. En una reciente entrevista con el programa ‘Los Hackers del Espectáculo’, el también deportista colombiano dejó ver la cercanía y complicidad que existe entre ambos:
“Nos llevamos súper bien, somos unos parceros”, aseguró.
Más que una figura de autoridad, Mejía se describe como un apoyo confiable y un amigo disponible. “Siempre le digo: ‘¿dónde están? ¿qué necesitas? ¿en qué te ayudo?’”, afirmó, resaltando que su papel en la vida del joven se basa en el respeto y la disposición a acompañarlo sin imponer límites ni suplantar relaciones ya establecidas.
Consciente de la importancia del padre biológico de Sebastián en su vida, Beta fue enfático:
“Él ya tiene un papá, y el papá es excelente. Yo entiendo esa relación de padre-hijo porque también tengo la mía con mi viejo”.
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Su enfoque, aseguró, es construir una presencia positiva en el hogar de Jaramillo sin desdibujar los lazos familiares existentes.
“Yo no vine a quitarle el puesto a nadie. Vine a ser un amigo, un consejero, y que sepa que puede contar conmigo”, agregó Mejía, desmintiendo así cualquier especulación sobre intenciones de ejercer una figura paterna en el sentido tradicional.
En un entorno donde los vínculos familiares se reinventan, Mejía subraya la importancia de sumar desde el cariño y la autenticidad.
“Somos una familia y estamos para ayudarnos”, concluyó, reafirmando que el respeto, la empatía y la cercanía son la base de su relación con Sebastián y, por extensión, con Alejandra Jaramillo.
Más allá del ruido mediático, esta historia ofrece un ejemplo de cómo las nuevas dinámicas familiares pueden construirse desde la honestidad y el afecto, sin necesidad de etiquetas impuestas ni roles rígidos.