Circula en todo el mundo la idea de que entre más joven es la persona, su mente asociará de manera más eficiente un nuevo conocimiento. Sin embargo, no siempre es así, pues empezar con los estudios de idiomas en una edad avanzada no siempre supone una desventaja. Así, se abre un abanico de oportunidades para aquellos quienes quieren empezar el camino del aprendizaje.
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¿Más joven es mejor?
En un informe publicado por la Comisión Europea se plantea la interrogante: “¿Ser joven es siempre lo mejor para empezar a aprender un idioma?”. Ante ello, afirman que la edad es un factor trascendental a la hora del aprendizaje. No obstante, no siempre es una desventaja empezar el estudio a una edad avanzada.
En el informe se explica que a menor edad, mayor plasticidad cerebral. Esto porque los niños no van con una idea preconcebida de lo “aburrido” que podría ser aprender un idioma, por lo que practican sin vergüenza y no se preocupan cuando reciben correcciones en su pronunciación y escritura. Debido a su vivacidad, la enseñanza a menores permite utilizar diferentes recursos didácticos para una mejor explicación.
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Entre otros beneficios se menciona la influencia positiva de este aprendizaje en otras áreas de la vida de los pequeños. Así, se potencia las habilidades cognitivas básicas como es el razonamiento, la resolución de problemas y la memoria; además, mejora la comunicación y las habilidades sociales.
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Por otro lado, cuando se empieza de manera tardía existen mayores posibilidades de aprender eficientemente el vocabulario y las estructuras lingüísticas. Esto es producto de una mayor madurez mental. Asimismo, en palabras de las autoras “la madurez cognitiva de los niños mayores les ayuda a hacer uso de los aportes limitados y la instrucción explícita”.
En síntesis, a pesar de los argumentos y hallazgos que las autoras plantearon mencionan que no desestiman empezar a una edad temprana con el aprendizaje, pues eventualmente esto rendirá frutos e igualarán y superarán a sus compañeros de mayor edad. Sin embargo, tampoco es una obligatoriedad el aprendizaje temprano, pues hacerlo de manera tardía supone sus propias ventajas.