La Organización de las Naciones Unidas (ONU) ha denunciado un “baño de sangre” en Birmania, después que este domingo 28 de febrero se vivió la jornada más barbárica desde el golpe de Estado que sufrió el país hace un mes. Según el organismo internacional, al menos 18 personas perdieron la vida tras la represión de la junta familiar.
António Guterres, secretario general de la ONU, indicó que existe mucha preocupación por las “inaceptables” actitudes y uso de la fuerza contra manifestantes pacíficos.
“Nos preocupa la posibilidad de que haya aún más muertes», afirmó en una rueda de prensa.
La líder de facto del Gobierno depuesto, Aung Sang Suu Kyi, ha comparecido este lunes ante la justicia por videoconferencia. La Premio Nobel de la Paz (1991) sigue sumando cargos en su contra.
Ella fue acusada inicialmente de importación ilegal de un dispositivo teléfonico y dos semanas más tarde de un delito contra la ley de desastres naturales. Según su abogado, este lunes ha sido acusada además de violar una ley sobre las telecomunicaciones y de incitar al «desorden público».
La Asociación para la Asistencia de Presos Políticos (AAPP) en Birmania indicó en su última actualización que durante el domingo se registraron víctimas mortales en al menos las ciudades de Rangún, Mandalay, Dawei, Bago, Magwe, Pakokku y Kyaukse, además de 200 personas que resultaron heridas.
Con las muertes del domingo se elevan a 30 las víctimas mortales desde el golpe militar, conforme a las cifras de la AAPP, en medio de protestas por diversas ciudades del país que han llegado a reunir a centenares de miles de personas.
El relator especial de Naciones Unidas para Birmania, Tom Andrews, condenó la violencia y reclamó una acción más severa contra el Ejército. Como sanciones específicas y coordinadas contra los responsables del golpe de Estado y contra los negocios de los militares, además de un embargo global de armas contra el país.
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