Nuevos datos de la autopsia de George Floyd revelan que dio positivo por COVID-19 el 3 de abril. Justo casi dos meses antes de fallecer, ya sin síntomas.
Sin embargo, el coronavirus no estuvo entre los factores que causaron su muerte, de acuerdo con el informe completo de su autopsia, difundido a última hora del miércoles por la oficina del forense del condado de Hennepin, Andrew Baker.
La muerte de Floyd, ocurrida el pasado 25 de mayo, fue causada por un «paro cardiorrespiratorio» ocurrido mientras le inmovilizaban varios agentes de policía, indica el informe de Baker.
El hecho de que en la autopsia se detectara la patología tiene que ver seguramente con que «la positividad (por COVID-19) puede persistir durante semanas tras la contracción y resolución de la enfermedad clínica», explica el informe.
Entre las «lesiones por fuerza contundente» mencionadas en la autopsia se incluyen cutáneas en la frente, la cara y el labio superior. También en la mucosa de los labios, de los hombros, manos, codos y piernas, al igual que presentaba contusiones en las muñecas.
Y como condiciones subyacentes descubiertas, el informe detalla una enfermedad cardíaca arteriosclerótica, una enfermedad cardíaca hipertensiva y un tumor pélvico.
Autopsia independiente
La autopsia ordenada por la familia de Floyd señaló que falleció por «asfixia debido a una presión sostenida».
De acuerdo con ese informe médico, «hubo una compresión del cuello y de la espalda que llevaron a una falta de riego sanguíneo al cerebro» de Floyd». Así anunció el abogado de la familia de la víctima, Benjamin Crump, en una rueda de prensa.
Los forenses agregan en su informe que «el peso sobre la espalda, las esposas y la postura fueron factores que contribuyeron. Porque paralizaron la capacidad del diafragma del señor Floyd de funcionar», de acuerdo con EFE
