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Encuentran cadena de montañas 660 kilómetros bajo la corteza de la Tierra

El descubrimiento se realizó gracias a los registros de las ondas sísmicas del terremoto que en 1194 azotó a Bolivia.

(Universal History Archive/UIG via Getty Images)

Al menos 300 mil años el hombre lleva sobre la Tierra y aún no logramos descubrir todos los misterios que guarda el planeta y los cambios que enfrenta con el paso de los años. Es por eso que la ciencia continúa buscando respuestas y esta vez encontró una que no esperaba, la formación de las capas de la Tierra no son como se pensaba, sino que aún tienen secretos por revelar.

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De manera simple, sabemos que el planeta tiene tres capas: la corteza, el manto y el núcleo interno y externo. Sin embargo, según publicó en la revista Science un equipo liderado por los geofísicos de la Universidad de Princeton, Jessica Irving y Wenbo Wu, existe una nueva «capa» a 660 kilómetros de profundidad y que sería similar a una cadena montañosa como las que hay en la superficie.

El descubrimiento fue realizado luego que comenzaran a rastrear las ondas de un terremoto ocurrido en Bolivia.

Este descubrimiento que ha dejado a los especialistas internacionales con la boca abierta, revela que esta capa se encuentra en el límite que separa el manto inferior del superior.

Por ahora, los descubridores decidieron no bautizar su descubrimiento y llamarlo según su ubicación: «el límite de 660 kilómetros».

Gracias a las ondas sísmicas
La doctora Irving, detalló -según consigna el diario español ABC- que no habrían logrado descubrir algo como esto sino fuera por las ondas sísmicas.

Según la geofísica la mejor información se obtiene de los terremotos de magnitud 7 o superior, ya que las ondas de choque pueden incluso atravesar el núcleo terrestre y llegar hasta el otro lado del planeta.

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Así, los datos que permitieron encontrar esta nueva capa se obtuvieron de las ondas captadas después de un terremoto de magnitud 8,2, el segundo más potente jamás registrado, que golpeó a Bolivia en 1994.

Por su parte, el doctor Wu acotó que «sabemos que casi todos los objetos tienen asperezas en la superficie y, por lo tanto, dispersan la luz. Y esa es la razón por la que podemos ver esos objetos: las ondas de dispersión llevan la información sobre la rugosidad con la que han interactuado. En este estudio, investigamos ondas sísmicas dispersas que viajan dentro de la Tierra para estudiar la rugosidad del límite de 660 kilómetros».

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