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Mónica Amboya es la primera árbitra ecuatoriana que estará en unos Juegos Olímpicos

Por primera vez en la historia de las Juegos Olímpicos, una mujer ecuatoriana ha sido convocada por el COI a arbitrar en la competición de fútbol en Tokio 2020, un privilegio para quien a sus 38 años ya creía haberlo conseguido todo en ese mundillo de varones.

El privilegio recaerá sobre Mónica Amboya, natural de la ciudad de Riobamba, a unos 200 kilómetros de Quito, quien el pasado 23 recibió la notificación del Comité Olímpico de acudir como árbitra asistente a los próximos juegos en julio.

La noticia le llegó a través de una colega uruguaya que le advirtió que estaban llegando las invitaciones del COI.

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«Revisé mi correo y tenía la invitación que había sido designada a Juegos Olímpicos», contó a Efe con algo de tristeza porque había presentado su candidatura junto a su colega y a otra compañera más, también uruguaya.

Fue por eso un «sentimiento encontrado», porque si bien está «feliz de haber cumplido el sueño», en el camino «se quedaron las compañeras».

ATLETA MEDALLISTA Y ÁRBITRO

Amboya, profesora de matemáticas en un colegio de su ciudad natal, contó a Efe que a los Juegos llegó a través de un proceso de selección iniciado en el Mundial femenino de Francia de 2019, tras el cual quedó bajo «monitoreo» de la FIFA.

«No dejamos de trabajar. Tenemos una plataforma digital donde subimos todos los entrenamientos a diario, todo lo que hacemos. ¡Es entrenar o entrenar! Esto no es un triunfo mío sino de todas esas personas que han aportado a mi preparación», afirmó en entrevista con Efe.

Su carrera deportiva la inició a los 12 años como corredora, habiendo sido campeona sudamericana en los 3.000 metros con obstáculos, también bolivariana, y tras haber batido un récord nacional en esa disciplina.

A los 24 años, la riobambeña se veía ante el objetivo de clasificar a las olimpíadas de Pekín 2008, pero un año antes tuvo que elegir entre el atletismo o dedicarse al arbitraje, que ejercía desde los 15.

«Decidí irme por el arbitraje porque ya tenía experiencia, había dirigido en Segunda Categoría de Ascenso y Segunda Categoría Local» explicó a EFE la «referee», sin saber que 14 años después esa misma decisión la llevaría a unas olimpíadas, aunque no como competidora sino como jueza asistenta.

UNA CARRERA LLENA DE OBSTÁCULOS

El camino de Amboya hacia la cumbre olímpica no ha sido fácil, en particular porque su condición de mujer no agilizó precisamente su aceptación en un mundillo entonces controlado por los hombres.

El comentario de «una mujer no puede estar en un mundo de varones» era constante, como así también el de que ninguna mujer «duraba más de tres años», recuerda la árbitra.

«Ahorita ya voy a cumplir 24 años de carrera. Yo entraba con durar cuatro y miren ahora», apunta con orgullo.

Desde 2010 que obtuvo su escarapela FIFA empezó a tener más oportunidades que le permitieron darse a conocer a nivel sudamericano e internacional («en otros lados ya me daban oportunidades), aunque no en su propio país.

Porque sólo después de arbitrar en mundiales juveniles femeninos y pre mundiales tuvo la oportunidad de dirigir en la liga profesional de Ecuador, en la que lleva cuatro años, y desde 2019 en la Serie A en partidos masculinos de la Liga Pro, donde esta temporada ha sido asistenta en numerosos encuentros.

«Lo que comenzó como un sueño ya es una realidad. Se demoró un poco, pero llegó», sentencia Amboya.

ROMPER BARRERAS

Y es que lo de «romper barreras» ha sido siempre el lema de una mujer que ha participado en cuatro Copas Libertadores, dos Copa América y Mundiales juveniles, todos en la categoría femenina.

También, fue parte de la primera terna femenina que dirigió un torneo oficial de varones en el Mundial Sub-17 de 2019, y fue la primera ecuatoriana designada para un Mundial absoluto femenino, donde fue parte del equipo arbitral en Francia 2019.

En octubre de 2020, se convirtió en la primera árbitra ecuatoriana en un partido de Copa Sudamericana entre Millonarios y Deportivo Cali, jugado en Bogotá y en el que ella fue asistente.

Pero lo que más le motiva en su lucha contra los estereotipos es que, detrás de ella, dice haber otras 125 mujeres que luchan por alcanzar los mismos sueños, y su ejemplo servirá para «darles más de facilidad» porque ya no tendrán que atravesar muchas cosas que pasamos otras «porque hay un espacio ganado».

Y espera que: «Las puertas que se abrieron, no se cierren cuando yo termine mi ciclo». EFE

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