El astronauta estadounidense Mark Vande Hei ha superado casi un año en el espacio, pero se enfrenta a lo que podría ser su tarea más complicada hasta la fecha: llevar una cápsula rusa de regreso a la Tierra en un momento en que se intensifican las tensiones entre los países.
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La NASA insiste que los planes para regresar a Vande Hei al final del mes se mantienen inalterados, incluso cuando la invasión de Rusia en Ucrania ha provocado que se cancelen lanzamientos y contratos, y una guerra dialéctica por parte del intransigente líder de la Agencia Espacial Rusa, Dmitry Rogozin.
Muchos se preocupan de que Dmitry Rogozin arriesgue décadas de alianza espacial pacífica, principalmente en la Estación Espacial Internacional, ya que según ABC News, el líder ha difundido un video donde señala que podría dejar abandonado al estadounidense si se continúa quitando apoyo a Rusia debido la guerra.
Vande Hei —quien el martes superará el récord de vuelo espacial continuo de Estados Unidos de 340 días— tiene pronosticado regresar con dos rusos a bordo de la cápsula Soyuz para aterrizar en Kazajistán el 30 de marzo. Para entonces, el astronauta habrá registrado 355 días en el espacio, un récord para Estados Unidos. Rusia mantiene el récord mundial con 438 días continuos en el espacio.
El astronauta retirado de la NASA Scott Kelly, el estadounidense que hasta el martes mantendrá el récord, está entre quienes discuten con Rogozin, aliado del presidente ruso Vladimir Putin. Enfurecido por lo que está sucediendo en Ucrania, Kelly regresó su medalla rusa por exploración espacial en la embajada rusa en Washington.
La NASA quiere que la estación siga operando hasta 2030, al igual que las agencias espaciales europea, japonesa y canadiense, mientras que los rusos todavía no se han comprometido más allá de la fecha de término original de 2024 o por ahí.
Estados Unidos y Rusia son los principales operadores del puesto orbital, que lleva 21 años ocupado de forma permanente. Hasta que la empresa SpaceX empezó a enviar a astronautas al espacio en 2020, los estadounidenses con frecuencia los mandaban en cápsulas rusas Soyuz con un costo de millones de dólares por asiento.