Marie Trainer, una mujer de 60 años residente en Ohio, Estados Unidos, relató cómo pasó de disfrutar unas vacaciones a despertar en una cama de hospital sin brazos ni piernas, además de no poder hablar. Tras regresar a casa de un viaje con su esposo y un grupo de amigos, fue recibida con efusivas muestras de cariño por parte de su perra Taylor, una pastora alemana de dos años.
El reencuentro incluyó besos y lamidos, un gesto habitual en su relación con la mascota y que, en ese momento, no despertó ninguna preocupación.
Días después, Marie comenzó a presentar un fuerte malestar general, acompañado de dolor estomacal y de espalda. Su estado de salud se deterioró rápidamente en cuestión de horas, hasta el punto de empezar a perder la conciencia, lo que derivó en una emergencia médica y su traslado inmediato al hospital.

Esta bacteria fue la responsable de la amputación de sus extremidades
Los médicos creyeron inicialmente que Marie había contraído una enfermedad tropical, por lo que le realizaron múltiples análisis de sangre mientras permanecía en estado crítico. Sin embargo, los resultados descartaron esa hipótesis y llevaron a un diagnóstico distinto.
Marie había desarrollado una grave infección causada por la bacteria Capnocytophaga canimorsus, un microorganismo que, según explicaron los especialistas, se encuentra de forma natural en la boca de los perros y en la mayoría de los gatos.

La bacteria ingresó al organismo a través de una pequeña herida en uno de sus brazos. Durante el viaje, Marie se había hecho un rasguño leve al rozar un muro de ladrillo mientras caminaba hacia su habitación. La lesión no le provocó dolor ni aparentaba gravedad, por lo que no le dio mayor importancia.
Posteriormente, ya en casa, su perra Taylor lamió la herida, lo que permitió que la bacteria ingresara al torrente sanguíneo. La infección avanzó de forma agresiva, desencadenando una sepsis que finalmente derivó en la amputación de sus extremidades para salvarle la vida.
