En medio del paisaje desolado que aún guarda las cicatrices del desastre nuclear de Chernóbil (1986), un sorprendente hallazgo ha despertado curiosidad entre los científicos y voluntarios.
Integrantes de la organización Dogs of Chernobyl, del Clean Futures Fund (CFF), encontraron recientemente a varios perros con el pelaje de un tono azul intenso mientras realizaban labores de rescate y esterilización dentro de la zona de exclusión.
Las imágenes, tomadas hace pocos días, muestran a los animales activos y aparentemente saludables, pese a la extraña coloración.
Según Darrin, líder del grupo, aún no han podido capturarlos para realizar análisis veterinarios, pero sospechan que el tono azul podría deberse al contacto con algún químico industrial.
“No creemos que esté relacionado con la radiación”, aclaró el equipo, desmintiendo los rumores que rápidamente circularon en redes sociales.
Los descendientes de las mascotas abandonadas en 1986
El origen de estos perros se remonta a la evacuación masiva de más de 120 000 personas tras la explosión del reactor número cuatro.
A los habitantes se les ordenó abandonar la zona sin sus mascotas, bajo la promesa de regresar en pocos días, promesa que nunca se cumplió.
El ejército soviético intentó eliminar a los animales abandonados, pero algunos lograron sobrevivir en los bosques y formaron manadas alrededor de la planta nuclear.
Los perros que hoy habitan allí son los descendientes directos de aquellas mascotas domésticas que quedaron atrás hace casi cuatro décadas.
Actualmente, se estima que más de 700 perros y 100 gatos viven dentro de la zona de exclusión.
Muchos dependen del alimento y cuidado que les brindan los trabajadores de la central nuclear y los voluntarios del CFF.
El programa Dogs of Chernobyl busca controlar la población animal mediante castraciones, vacunaciones y monitoreo sanitario, evitando la propagación de enfermedades.
Mientras tanto, los científicos esperan analizar a los misteriosos perros azules para identificar la sustancia que pudo teñir su pelaje.
Aunque su salud parece estable, el fenómeno continúa siendo uno de los enigmas más curiosos surgidos en el entorno de Chernóbil.

