Luke fue víctima de un caso extremo de maltrato animal. Atado con una soga a una moto, fue arrastrado por varias cuadras hasta quedar semiinconsciente. Lo dejaron abandonado en un baldío, pero gracias a la intervención de una proteccionista, salvó su vida y encontró un nuevo hogar.
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El hecho ocurrió en plena luz del día en la Avenida Maipú, en la ciudad de Corrientes (Argentina). Luke, un perro mestizo de pelaje negro, fue brutalmente maltratado: lo ataron a una motocicleta y lo arrastraron por varias cuadras hasta dejarlo casi sin vida.
Liliana, una proteccionista local y coordinadora del refugio Yaguá Roga, fue quien siguió a los agresores y logró intervenir antes de que el animal muriera. “Fue una imagen muy desgarradora. Lo iban a matar si no hacía algo”, contó. Gracias al apoyo de vecinos, lograron rescatar al perro, que tenía heridas graves en la cabeza y apenas podía mantenerse consciente.
Luego del rescate, Luke fue atendido por veterinarios y trasladado al refugio, donde recibió medicamentos, curaciones y acompañamiento emocional. Allí destacó por su espíritu alegre, a pesar del trauma vivido.

Durante su recuperación, creó un vínculo especial con Sol, una voluntaria del refugio. “Entre miles de casos, el suyo era de los más duros, y a pesar de eso siempre pedía mimos, quería jugar”, recuerda. Finalmente, Sol decidió adoptarlo.
Hoy, Luke forma parte de una familia multiespecie junto a otros perros y gatos rescatados. Juega en el patio, sale de paseo y acompaña a Bauty, el hijo de tres años de la familia. Su historia es un ejemplo de cómo la voluntad ciudadana puede revertir el abandono y dar segundas oportunidades.
El caso de Luke visibiliza una problemática urgente: el maltrato animal y la impunidad que muchas veces lo rodea. También demuestra el valor de los refugios, los voluntarios y la adopción responsable como caminos para transformar el dolor en esperanza.