“Vi un video en TikTok donde salía un chico de mi barrio mostrando su pistola y diciendo que era respetado. Después me escribió al WhatsApp”. El testimonio de un adolescente en Esmeraldas, recogido por un reciente estudio sobre vinculación de niños, niñas y adolescentes (NNA) a bandas criminales llevado adelante por Comunidades Seguras de la Fundación Panamericana para el Desarrollo (PADF), ilustra la nueva ruta del reclutamiento: las redes sociales.
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TikTok, WhatsApp y Facebook han sido identificadas como plataformas de captación. Los grupos delictivos ya no necesitan contacto físico inicial: basta un video, una historia, una canción, un mensaje directo. Todo con una narrativa común: dinero, fama, respeto.
El estudio revela que estos espacios digitales permiten a las bandas difundir una “narcocultura” que presenta el crimen como un estilo de vida aspiracional. “Los adolescentes ven contenido donde se romantiza portar armas, manejar motos, tener chicas y dinero. Es seducción pura”, se explica.
Pero no solo se trata de contenido público. Los adolescentes también reciben mensajes directos que simulan amistad, compañerismo o invitaciones “a ganar fácil”. Para muchos menores en hogares disfuncionales o entornos violentos, ese mensaje representa una salida.
“Es un proceso progresivo: primero lo ven, luego lo siguen, después se conectan”, concluye el estudio. Lo alarmante es que muchos de estos contenidos circulan sin control y con algoritmos que los replican constantemente.
El impacto ya se siente: niños desde los 12 años han sido usados como campaneros, mensajeros o vigilantes. La edad promedio de captación ha bajado, y el riesgo crece en cada pantalla.
Ante este panorama, expertos piden urgentes campañas digitales de prevención, educación digital desde la escuela y vigilancia parental activa. Porque hoy, una solicitud de amistad puede ser el inicio de una vida marcada por la violencia.
