Así captan las bandas criminales a menores en Ecuador: entre amenazas, redes sociales y vacíos familiares

El rostro del crimen organizado en Ecuador ha cambiado. Hoy, sus filas no solo están formadas por adultos armados, sino por niños y adolescentes que han sido reclutados a través de métodos cada vez más sutiles, manipuladores y estructurados.

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El "Estudio sobre la vinculación de niños, niñas y adolescentes a organizaciones criminales en Ecuador” identifica seis vías principales de captación utilizadas por estas estructuras delictivas:

1. Coacción directa: amenazas, iniciaciones forzadas o presiones violentas. En varios barrios, menores han reportado ser obligados a “entrar” bajo amenaza de dañar a su familia.

2. Incentivos económicos: para muchos adolescentes que crecen sin oportunidades laborales o educativas, las bandas representan ingresos rápidos: celulares, motos, dinero en efectivo.

3. Presión de grupo: los adolescentes suelen ser captados por amigos o conocidos ya vinculados. Es el entorno inmediato el que opera como cebo.

4. Redes sociales: plataformas como TikTok, WhatsApp o Facebook han sido señaladas como canales de reclutamiento, donde los criminales difunden contenido que romantiza la vida delictiva.

5. Manipulación emocional: muchos niños son seducidos por la idea de respeto, protección o identidad que ofrecen estas organizaciones. “Allí me sienten importante”, reportan algunos testimonios.

6. Entornos familiares disfuncionales: abuso, negligencia, abandono. Los vacíos afectivos y la falta de vigilancia convierten al hogar en un lugar propicio para que las bandas tomen el control emocional de los menores.

Los expertos aseguran que, ante estas realidades, el consentimiento de los menores es viciado: no eligen libremente, sino dentro de un contexto de presión y carencias.

“Las bandas han perfeccionado su estrategia: no solo buscan músculo, buscan mente joven maleable. Por eso reclutan desde los 12 años”, concluye el informe.

Este fenómeno exige respuestas urgentes: educativas, comunitarias, familiares y estatales. Mientras tanto, cientos de menores en Ecuador están expuestos cada día a una red silenciosa que los seduce con respeto y termina envolviéndolos en violencia.