Alias Fito fue localizado por una enfermedad que delató su paradero. Aunque la casa donde fue capturado ya había sido allanada meses atrás, una medicina clave levantó las sospechas de que José Adolfo Macías Villamar siempre estuvo oculto en esa lujosa vivienda, ubicada en un barrio empobrecido y con calles de tierra en Montecristi, Manabí.
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Fito padece de gastritis, una inflamación en el revestimiento del estómago que puede ser causada por infecciones bacterianas, uso prolongado de medicamentos, consumo excesivo de alcohol, entre otros factores. El cabecilla de Los Choneros necesita medicamentos específicos para controlar la enfermedad.
Según reveló el ministro del Interior, John Reimberg, durante su participación en el programa Visionarias, “Fito tiene un serio problema de gastritis y toma algunas medicinas”. Agregó que las autoridades tenían identificados los fármacos que el delincuente utilizaba para tratar su condición.
En la residencia donde se escondía Macías Villamar, él disponía de una habitación personal protegida por una puerta blindada con sistema de acceso mediante huellas dactilares. Sin embargo, en un descuido, los medicamentos quedaron fuera de su “espacio seguro”.
Cuando los agentes accedieron a las grabaciones de las cámaras exteriores de esa habitación, notaron la presencia de sus medicinas para la gastritis. “Ese fue un indicio más de que él podría estar en ese lugar”, explicó el ministro Reimberg.
A esto se sumó otro dato relevante: durante el operativo, una niña de tres años, hija de Fito, estaba en el sitio junto a dos niñeras. Al ver ingresar a los militares, la menor exclamó: “Avísenle a mi papá”. Esto reforzó la sospecha de que Macías Villamar se encontraba oculto en el inmueble.
La propiedad ya había sido intervenida el 26 de enero de 2025, durante un operativo de inteligencia. En esa ocasión, se detuvo a varias personas y se confirmó que el lugar funcionaba como centro logístico de una organización delictiva. Pese a estar equipada con videovigilancia, puertas blindadas y reconocimiento facial, Fito no fue hallado en ese momento.
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El 25 de junio, el Bloque de Seguridad detectó un sembrío irregular en la parte posterior de la casa y ordenó excavar. “Era perfecto lo que habían hecho. Era indetectable”, señaló Reimberg. Con maquinaria pesada y una retroexcavadora, los agentes removieron el terreno, revelando un búnker subterráneo.
El ministro relató que Fito entró en pánico al oír los ruidos de la excavación. “Si seguíamos excavando, el techo del búnker se iba a venir abajo”. Fue entonces cuando, al sentirse acorralado, Macías Villamar abrió la escotilla del escondite. En la parte superior ya lo esperaban agentes militares y policiales. “Fito salió del hueco en el que se encontraba”, concluyó Reimberg.