En un giro contundente en el conflicto con Irán, el presidente Donald Trump anunció el sábado 21 de junio que bombarderos B-2 Spirit de la Fuerza Aérea de Estados Unidos ejecutaron un ataque aéreo contra tres instalaciones nucleares críticas en ese país: Fordow, Natanz e Isfahán. El mandatario calificó la operación como “exitosa” y afirmó que todos los aviones regresaron a sus bases sin incidentes.
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El avión B-2 Spirit y la bomba GBU-57: combinación letal de precisión y poder
El protagonista de esta misión fue el B-2 Spirit, el único avión en el mundo capaz de transportar y lanzar la GBU-57/B Massive Ordnance Penetrator (MOP), una bomba antibúnker de 13.600 kilogramos.
Esta munición no nuclear fue diseñada para destruir estructuras subterráneas reforzadas, como las que protegen las instalaciones nucleares iraníes.
La bomba GBU-57 puede atravesar hasta 60 metros de tierra o 18 metros de hormigón armado antes de detonar. Su guía por GPS le permite alcanzar objetivos con una precisión quirúrgica.
Solo 21 unidades del B-2 Spirit existen en todo el mundo, lo que refuerza su papel como recurso estratégico exclusivo de EE. UU.
Fordow, el objetivo más sensible
Uno de los blancos principales fue Fordow, una planta de enriquecimiento de uranio oculta bajo una montaña. Su localización y blindaje la habían convertido en una preocupación constante para Washington y Tel Aviv. El presidente Trump aseguró que “se lanzó una carga completa de bombas sobre el sitio principal”.
Imágenes difundidas posteriormente muestran la carga MOP siendo preparada en la base de Whiteman, Misuri.
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Esta base alberga los B-2, capaces de volar más de 11.000 kilómetros sin repostar y con posibilidad de reabastecimiento en vuelo. Esta autonomía les permite ejecutar misiones intercontinentales sin escalas.
Escalada en la tensión regional
La operación ocurre en un momento de alta tensión en Medio Oriente. Israel ha intensificado sus ataques en territorio iraní durante las últimas semanas, centrados en sistemas de defensa aérea y misiles. La entrada directa de Estados Unidos marca un nuevo nivel de intervención.
El Pentágono no ha brindado detalles adicionales sobre los daños causados ni sobre posibles bajas.
Medios iraníes aseguran que las explosiones fueron “controladas” y que las instalaciones nucleares siguen operativas.
Sin embargo, analistas internacionales señalan que el uso del B-2 Spirit y de la GBU-57 sugiere un objetivo claro: inutilizar las capacidades subterráneas de Irán sin escalar a un conflicto nuclear.
Disuasión estratégica o puerta a una nueva crisis
Más allá del resultado táctico, esta ofensiva lanza un mensaje geopolítico: Estados Unidos mantiene intacta su capacidad de disuasión a través de tecnología avanzada y poder ofensivo preciso. Resta por ver si este golpe contuvo el avance nuclear iraní o si, por el contrario, provocará una nueva escalada en la región más volátil del planeta.
