En 2018, Jack Greener, un estudiante principiante de jiu-jitsu brasileño, asistía a una clase en el Club Del Mar Jiu-Jitsu Club, en San Francisco, California. Con solo 23 años y a pocas semanas de graduarse de la universidad, jamás imaginó que ese día cambiaría su vida.
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Durante la sesión, el instructor, un cinturón negro de segundo grado, aplicó una técnica de alto nivel, en la que lo sometió en una posición con los codos y las rodillas en el suelo. En la ejecución, el instructor Iturralde colocó todo su peso corporal sobre el cuello, lo que causó la fractura de varias vértebras cervicales. El resultado, parálisis total del cuello hacia abajo.
La demanda judicial
Después del incidente, Greener fue hospitalizado durante meses y sufrió varios derrames cerebrales como consecuencia de la lesión. En 2023, presentó una demanda contra el instructor y el gimnasio. El jurado concluyó que las acciones del instructor excedieron los riesgos inherentes al deporte.
Se dictó una indemnización inicial de 46,4 millones de dólares, a la que se sumaron intereses posteriores al juicio, elevando la cifra final a más de 56 millones de dólares. Este veredicto fue ratificado por la Corte Suprema de California en junio de 2025.
El instructor se defendió asegurando que en un deporte de alto riesgo como es el Jiu-Jitsu, se deben asumir las consecuencias de participar en deportes de combate. El tribunal mencionó que el instructor había creado una situación riesgosa para Greener, además de concluir que al no dar ninguna demostración ni instrucción en la clase esto afecta más la sentencia a favor del estudiante.