Una señal que parecía inofensiva terminó siendo una grave advertencia para Laura Jennings, una mujer de 40 años cuya historia ha alertado a la comunidad en Internet. Lo que comenzó como una extraña marca en la uña de su pie, que inicialmente cubrió con esmalte, resultó ser un melanoma lentiginoso acral (ALM), un tipo raro y agresivo de cáncer de piel.
PUBLICIDAD
“Soy activa y a veces torpe, así que pensé que me había golpeado y la uña se amorataría, desapareciendo sola”, relató Laura, residente en Leeds, Reino Unido, según cita el diario The Sun. “No parecía nada preocupante, no dolía, así que lo oculté con esmalte y seguí mi vida.”
El descuido inicial tuvo consecuencias. Al remover el esmalte, parte de la uña de Laura se desintegró. “Pensé que era raro, pero ¿a quién no se le cae una uña del pie alguna vez?”, añadió. Sin saberlo, Laura iniciaba una batalla contra el cáncer en abril de 2022, en un momento donde la pandemia dificultaba las consultas médicas presenciales.
Ante la imposibilidad de una cita física inmediata, Laura consultó a su médico por teléfono y envió fotos de su uña. El diagnóstico inicial fue una infección por hongos, con la consecuente prescripción de una pomada antimicótica y el envío de una muestra de la uña para análisis. A pesar de que los resultados no mostraron infección, su médico la tranquilizó y le indicó continuar el tratamiento. La advertencia de que una nueva uña tardaría hasta un año en crecer hizo que Laura no se alarmara por la falta de mejoría.
Sin embargo, en la Pascua de 2023, la preocupación creció. La uña no solo no mejoraba, sino que empeoraba visiblemente. “Me considero una persona informada sobre temas de salud”, comentó Laura. “Sé que debo revisarme si hay sangre en las heces, un bulto en el seno o un lunar cambia. Pero nadie te advierte sobre esto en las uñas.”
Decidida, Laura solicitó una cita presencial. “Solo pensaba que necesitaban quitarme la uña para que creciera una nueva”, recordó. Pero el médico que la atendió reconoció de inmediato la gravedad potencial. Este profesional había asistido a una conferencia sobre melanoma, donde aprendió sobre el melanoma lentiginoso acral (ALM), cuyos síntomas pueden aparecer bajo las uñas, en las palmas de las manos o en las plantas de los pies.
La remisión a un dermatólogo fue inmediata. “Tengo un hijo pequeño y mucha vida por delante”, pensó Laura. En menos de un mes, estaba en el quirófano, donde un especialista extirpó la uña y la mayor parte del tumor. Las pruebas confirmaron el diagnóstico: cáncer.
PUBLICIDAD
“Entré en shock. Me temblaban las piernas, todo el cuerpo. Soy madre soltera, con un niño que depende de mí”, expresó conmovida. “Un diagnóstico de cáncer te cambia la vida en un instante.”
Una segunda cirugía fue necesaria para amputar parte del dedo y eliminar las células cancerosas. También se extirpó un ganglio linfático de la ingle para verificar si la enfermedad se había propagado. La espera de los resultados fue un tormento.
“Mi mente era el mayor desafío. Llevaba a mi hijo a natación y me preguntaba si sería la última vez. Pensaba si no estaría para verlo crecer, casarse, tener nietos... De la nada, mi vida entera desfiló ante mí por algo llamado melanoma. Sentí que mi cuerpo se había vuelto contra mí. Nunca había temido tanto perder la vida sin quererlo.”
Aunque necesitará controles regulares durante los próximos cinco años, Laura comparte su historia en mayo, Mes de Concientización sobre el Melanoma, con la esperanza de alertar sobre el ALM y sus señales. “Mis amigos me preguntan sobre marcas en sus uñas, y les digo que consulten si están preocupados. Una anomalía en las uñas debe revisarse. Puede ser un hongo o un golpe, pero podría ser algo más. La detección temprana es crucial.”