Los dos terremotos que se dieron en febrero de 2023 en Turquía obligaron a los científicos a revisar la corteza terrestre. En una investigación publicada este 17 de octubre en la revista Science revelaron que estos movimientos telúricos movieron la corteza terrestre a centenares de kilómetros de los epicentros y no solo en la zona de fricción.
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Esto provocó el desplazamiento de toda la placa de Anatolia hacia el oeste, aunque fue solo un centímetro, esto equivale a casi la mitad de la traslación de todo un año. Lo que indican los expertos es que lo que pasó supera todo lo que podían prever los modelos que se usan para anticipar el riesgo sísmico.
Turquía está asentada sobre su propia placa, la de Anatolia y tiene al norte la euroasiática, por el sur interacciona con la arábiga y la africana y, al oeste, se encuentra de nuevo con la euroasiática y la del mar Egeo.
Sin embargo, en 2023, esta placa debió acumular tanta presión en la zona que por eso se registraron dos terremotos: el primero de 7,8 y el segundo de 7,5 de magnitud. El impacto fue fatal ya que dejó casi 60.000 personas fallecidas y decenas de miles de heridos, mas infraestructuras en ruinas.
Por otro lado, los científicos han descubierto que estos dos terremotos llegaron mucho más lejos de lo que se podía esperar.
Ahora, los científicos apoyados en una amplia red de sensores GNSS (sistemas de geolocalización en tierra) alimentados con datos de tres de las constelaciones de satélites de posicionamiento (la estadounidense GPS, la europea Galileo y la rusa Glonass) detectaron que el desplazamiento de la corteza terrestre fue de hasta 700 kilómetros de los epicentros.
Este movimiento se escapa a los modelos de sismicidad. La reciente utilización de los sistemas GNSS en sismología, está permitiendo captar los cambios de elevación y posición del terreno circundante. En un reciente trabajo con datos de miles de GPS, llegaron incluso a sugerir que se podrían anticipar los grandes terremotos.