El hecho sucedió el pasado sábado 31 de agosto de 2024, cuando Juan (nombre protegido), quien trabaja en un medio digital de periodismo deportivo, salía del estadio Rodrigo Paz Delgado, luego de cubrir el partido en que se enfrentó Liga Deportiva Universitaria contra Barcelona SC, en el norte de Quito.
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Solo, se detuvo en la entrada del sector de La Bota, esperando un bus para regresar a su casa por la Av. Simón Bolívar. Sin embargo, al momento de sacar su celular para pedir un taxi por aplicación, sujetos lo interceptaron y le obligaron a subirse a un vehículo de color negro, bajo amenazas: “si no colaboras te meto un tiro”.
Esto sucedió a las 21h00 del pasado sábado. “Ya en el carro me pusieron en el piso del vehículo, y con amenazas, empezaron a revisarme mis cosas, me pidieron mis contraseñas y querían USD 200; yo solo tenía USD 50 en la cuenta. Me pedían que consiga USD 150 más, les dije que no tenía como y se hicieron un retiro sin tarjeta, con unos socios que tienen, en un cajero de la Villaflora”, contó a Metro Ecuador.
De igual manera, le quitaron el celular, sus lentes, tenía unos micrófonos inalámbricos y un estabilizador que estaba en su mochila, además de su cargador y carnet de prensa de la Ligapro.
“Yo les pedí que cuando me vayan a botar lo hagan en la Av. Simón Bolívar, porque ahí puedo hacer algo. (...) Me lanzaron mi billetera y me sacaron del carro. Me di cuenta que estaba en la Casa de la Selección, el lugar estaba oscuro porque no hay iluminación”, dio a conocer el periodista.
Juan viven por Nayón, por lo que bajó por un bosque conocido hasta su casa, donde lo primero que hizo fue bloquear sus cuentas y comunicarse con su jefe para que no le deposite su sueldo.
El periodista dio a conocer a la Policía Nacional sobre el secuestro y robo, por lo que los gendarmes le recomendaron poner la denuncia en la Fiscalía. Juan optó no hacer la diligencia; sin embargo, se dedicó a recuperar sus cuentas, credenciales y tratar de conseguir un celular para comunicarse.
“En sí el secuestro duró como 20 minutos. Siempre colaboré, les decía que no me hagan daño porque debo seguir trabajando, pese a eso las amenazas seguían porque no tenía el dinero que querían”, agregó la víctima.