En la Arquidiócesis de Cuenca se instaura un ministerio litúrgico para “liberar” a personas de espíritus malignos. A sus 69 años, con casi medio siglo de ordenación sacerdotal, el Padre Francisco Calles, respondió afirmativamente y sin cuestionamientos a la encomienda de dirigir el ministerio litúrgico del exorcismo, con la delicada tarea “de liberar a las personas del espíritu maligno”, que le encomendó el arzobispo de Cuenca, monseñor Marco Pérez.
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Manifestó que si bien los tiempos han cambiado “el demonio no” y alertó de que “hay momentos en que se visualiza una presencia mucho más fuerte del maligno”. Explicó el caso de nuestro país, Ecuador, donde “esta problemática de narcos, de grupos satánicos” determinan que “el demonio pueda trabajar con más facilidad” y considera que “todo este caos es una espiritualidad negativa”.
De allí la necesidad que tiene la Iglesia de enfrentarlo. “Es una misión propia de la Iglesia” -reconoce fervientemente- y recuerda que “Jesús envió a los apóstoles, su primera Iglesia, con este poder de eliminar demonios”, como reza en el Evangelio de Marcos en el capítulo 3, versículos 13 al 15. El propio Jesús demuestra este poder en varios pasajes evangélicos sanando a mucha gente de estas maldiciones.
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Francisco Calle, sacerdote de Cuenca fue designado como el primer exorcista oficial de la ciudad.
Fotos: César Muñoz/API"
Sobre librar de presencias demoníacas, este sacerdote Diocesano, reconoció que todos los sacerdotes “lo ejercemos todos en el ritual del bautismo”, el denominado sacramento de iniciación de la vida cristiana, en el cual se responde firmemente sobre la “renuncia a Satanás”. En el caso específico de posesiones demoníacas y exorcismos mayores -expresó- existe un documento oficial un ritual de la Iglesia Católica, reformado en 1999, para realizar este tipo de liberación “que es una liturgia, una celebración litúrgica para expulsar al demonio”.
Dentro del ritual se contempla como infaltable en una sesión de exorcismo la presencia de símbolos como la cruz de Cristo, de la imagen de la Virgen María, del Rosario -considerado en el mundo católico como eficaz arma para echar demonios- y el agua bendita. Sin embargo, para este casi septuagenario hombre de fe, su principal escudo es el amor de Dios, porque “actuamos en nombre de Dios” y reiteró “echamos demonios en nombre de Jesucristo”, dijo este religioso nativo de Biblián, radicado en Cuenca desde muy niño.
El padre Calles admitió que las clásicas películas sobre exorcismos se acercan mucho a la realidad de una sesión de exorcismo, pero dice que no tiene miedo “al ser un instrumento de Dios, que Él acompaña y de que nunca abandona a los suyos”. “En esta fuerza y esta certeza que viene de Él (de Dios), estoy asumiendo este ministerio pastoral con alegría”, comentó sonriente.
Aclaró que existe una evaluación de ciertos comportamientos que pueden ser consecuencia de “otras realidades, de estados de ánimo, de temas psicológicos” a los cuales la Iglesia también está llamada a atender y que allí pueden encontrarse casos de posesiones demoníacas. Invitó a estar siempre cerca de Dios, puesto que “quien está lejos de Dios, puede quedar vulnerable ante el demonio”.
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