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Conoce al artista que crea fotografías sin utilizar una cámara

Copas, vino, una linterna y papel... Eso es todo lo que necesita el moscovita Alexander Yegorov para crear las insólitas imágenes presentadas recientemente en la exposición “Rayos de sol del membrillero”

Obra de Alexander Yegorov
Obra de Alexander Yegorov

Los brillantes lienzos de Alexander Yegorov son fotografías abstractas creadas sin cámara. El artista ha pasado más de un día en un gran cuarto oscuro. Cogió papel sensible a la luz y lo iluminó con una linterna o un puntero láser rojo, azul y verde. La luz pasaba a través de intermediarios: jarrones y copas de cristal, fragmentos de vidrio de diversas formas, y el papel adquiría colores y “siluetas”. Los dibujos se ensamblaban a partir de las refracciones de los rayos, que no podían controlarse ni predecirse.

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“Este método de creación de imágenes se denomina fotograma. Los objetos se colocan en una hoja y, gracias a la luz, dejan un dibujo en el papel”, explicó Alexander Yegorov a Metro.

Y añadió: “El artista más famoso que trabajó con esta técnica fue Man Ray. Yo modifiqué ligeramente el estilo: los objetos se convirtieron en conductores entre la luz y el papel y se colocaron a cierta distancia de la hoja”.

“Me gusta trabajar con el azar, la espontaneidad, la fragilidad del material. Muchas cosas suceden más allá de mi voluntad. Y es muy importante percibir y transmitir esos momentos. En ellos reside el encanto y la imperfección”.

—  Alexander Yegorov, fotógrafo y artista.

En busca de distintos matices en el triángulo amoroso entre luz, objeto y papel, Alexander salpicó las hojas con vino, café, té y agua. Al tener diferentes composiciones químicas, dañaban la emulsión del papel fotográfico, dándole diferentes matices de color. Aparecían dependiendo de la intensidad de la luz y del tiempo que el artista la hiciera brillar. El haz rojo volvía azul el papel, el amarillo lo volvía rosáceo. Si Alexander utilizaba la luz durante más de 5 segundos, el papel quedaba sobreexpuesto y se volvía negro. El color amarillo, por ejemplo, nacía gracias al efecto del líquido sobre la hoja.

“Este proceso es expresivo, conlleva un gran grado de libertad. También es un poco mágico porque confío la composición a fuerzas que escapan a mi control”, comparte Alexander.

El título de la exposición se hace eco de la película “El sol del membrillo”, en la que el artista pinta un paisaje. Tiene que terminar antes de que los frutos del árbol maduren y se cosechen. El héroe intenta aprovecharlo y captar momentos de la belleza de la naturaleza. En sus obras, Alexander Yegorov intenta captar esta poesía de la irreversibilidad y la finitud del proceso creativo.

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