Dicen que la segunda es la vencida. Y así lo demostró el alcalde de Quito que hoy se posesiona, Pabel Muñoz. Tras la ceremonia simbólica de entrega de bastón de mando, sí se pegó su ponche. Previamente, cuando caminaba hacia su nuevo despacho, le ofrendaron uno y no quiso probarlo.
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Al dirigirse hacia el Teatro Sucre desde el Municipio, igualmente acompañado de su familia, simpatizantes y comerciantes, un ponchero le ofreció el dulce típico capitalino y en esta oportunidad no pudo resistirse. Sin pensarlo lo comió.
Pero, entre tanta algarabía y aglomeración, no lo dejaron que terminara de deleitar su paladar. Los ciudadanos quisieron abrazarlo, por lo que tuvo que entregar el ponche a una persona que caminaba junto a él.
Siguió su trayecto y saludó a todos los que se dieron el tiempo de pasar la tarde en el Centro Histórico.
Bastón de mando
Muñoz recibió el bastón de mando, de forma simbólica, a manos de la autoridad saliente Santiago Guarderas. Ofreció un breve discurso en el que destacó que su objetivo es velar por el bienestar de los quiteños, pese a las diferencias que pueda tener a la interna de la Alcaldía.
<b>“Vengo a cumplir lo que ofrecí en las urnas. Vengo a dar la cara por los ciudadanos”</b>
Prometió además cumplir las peticiones de los quiteños, ya que a su criterio “la gente siente que la está pasando mal y que el país no va por buen camino”. Ello al referirse a la inseguridad que atraviesa el Ecuador.
Agregó que Quito será la ciudad de la esperanza para seguir siendo la “Luz de América”.