La activista ambiental, Nina Gualinga, realizó graves denuncias de violencia física y psicológica por parte de su expareja. Hechos que han pasado desde 2015, año en que puso la primera denuncia formal en la Fiscalía. Sin embargo, siete años después no ha tenido respuesta ni justicia por parte de las autoridades.
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Nina decidió no callar más y usar el poder de las redes sociales para compartir su historia.
“Quizá no vieron los hematomas en mi cuerpo. Quizá algunos vieron y no se atrevieron a preguntar. Quizá me preguntaron y no les conté. Años de continuos maltratos psicológicos y físicos. Agresiones físicas, golpes en la cara, fracturas en la espalda, amenazas de muerte con un arma apuntándome a la cabeza.
Si te vas, disparo.
Yo tenía las piernas rojas, moradas y la piel partida por los golpes. Hasta se veían las huellas de las manos que me golpearon, pero ni la rabia de sus manos dolieron tanto como la manipulación, las mentiras, la humillación y las palabras que salían de su boca
Eres una perra, una pu.., si denuncias nadie te va a creer porque yo voy a decir que tú me pediste que te den en cuatro y te pegue. Nadie te va a creer”.
También cuenta que su agresor le había pedido perdón llorando y de rodillas, jurándole que jamás lo volvería a hacer. Sin embargo, esas palabras se las llevó el viento y cuando recibió el perdón de Nina, él volvió a golpearla “más brutalmente y me dijo que solo me pegaría en lugares que no se viera”.
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La primera vez, en marzo de 2015, decidió colocar la denuncia en la Unidad Judicial de Violencia Contra la Mujer y la Familia de la Judicatura de Pastaza, pero fue archivada a pesar de haber entregado todas las pruebas.
“Yo les había entregado toda la información necesaria, la dirección, los teléfonos, hasta le conocían, pero el agente que tenía que citarle me pidió que le acompañe a entregarle la citación. No podía hacerlo, ¿cómo podía pedirme eso?
Llegaron a notificarle de la boleta de auxilio que yo tenía, pero “no pudieron encontrarle para dale la citación”
Perdí confianza en el sistema judicial. Años después, en el 2017, me fractura la espalda con una patada. No puse una denuncia, pensé que igual no iban a hacer nada.
Pero en enero de 2020 me armé de valor, de nuevo, porque la violencia no termina solo porque la relación termina. A pesar de la decepción del sistema de justicia, era una de las pocas opciones que tenía. Y una vez más, casi tres años después esa denuncia sigue en investigación.
En el 2022 también compartí públicamente sobre la violencia que había vivido, poco después de eso, mi agresor usó a la justicia y puso una denuncia en mi contra por supuesta violencia psicológica como represalia.
En marzo de 2022 puse una tercera denuncia por incumplimiento a la boleta de auxilio, después que él ingresara a la casa de mi familia arbitrariamente y tras una serie de situaciones de acosos y violencia psicológica. Esto todavía está en investigación”.
Nina Gualinga decidió ya no callar más, aunque no es fácil mostrarse vulnerable, en el post publicó las fotos que adjunto a una de las denuncias donde se ve cómo dejó parte de su cuerpo.
Hizo tres pedidos, que se cumpla el debido proceso y se investigue con diligencia; garantizar el acceso a la justicia y sin revictimización a ella y a todas las mujeres; no más impunidad con las denuncias archivas de los agresores.