La reina Isabel II nunca pasó desapercibida, incluso desde muy pequeña llamó la atención de la familia real británica por su carácter, personalidad, pero sobre todo su comportamiento y disciplina.
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La Reina Isabel II murió a los 96 años de edad en el castillo de Balmoral, en Escocia, según han informado desde el Palacio de Buckingham. Como muchos miembros de la realeza de su tiempo y antes, Elizabeth nunca fue a una escuela pública y nunca estuvo expuesta a otros estudiantes. En cambio, fue educada en casa con Margaret, su hermana menor.
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Entre los que le enseñaron estaba su padre, junto con un maestro principal en Eton College, varias institutrices francesas y belgas que le enseñaron francés y el arzobispo de Canterbury, quien le enseñó religión. La educación de Elizabeth también incluyó aprender a montar, nadar, bailar y estudiar bellas artes y música.
Elizabeth fue fotografiada abrazando a uno de los perros ya en 1936 a los 10 años, y le regalaron un corgi llamado Susan para su cumpleaños número 18. La raza fue presentada a la familia real por su padre, el rey Jorge VI, en 1933, cuando compró un corgi macho llamado Dookie en una perrera local.
De niña a mujer frente a las cámaras
Elizabeth a menudo daba la impresión de una conducta seria, pero quienes la conocieron la describieron con un sentido del humor travieso y talento para la mímica en compañía privada. Rowan Williams, el exarzobispo de Canterbury, ha dicho que la reina podría ser “extremadamente divertida en privado, y no todos aprecian lo divertida que puede ser”.
La reina Isabel II siempre fue una niña aventurera, que le gustaba explorar y dar largos paseos. Desde niña aprendió a dominar sus emociones, pero el mundo aprendió a crecer con ella, aunque nunca perdió su timidez frente a las cámaras, eso fue su mayor virtud.
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Para muchos tenía una belleza peculiar, que combinaba a la perfección con su estilo conservador, pero que entraba a territorios de hombres, para demostrar que era una joven atrevida y no tan fría como algunos la señalaban.
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