Jéssica Martínez, activista trans fue asesinada porque se negó a pagar a bandas delincuenciales para poder trabajar

Jéssica Martínez, una mujer trans de Ambato, era un símbolo de la lucha por los derechos humanos, respeto al trabajo sexual y la dignidad, pero su vida fue cegada con 10 impactos de bala cerca del mercado Central en el centro de la ciudad.

El pasado 3 de septiembre, en horas de la noche, unos sujetos la asesinaron en las calles Marieta Veintimilla y Martínez. Jéssica presidía la organización “Nueva Esperanza”, donde también era líder del movimiento trans en Ambato.

Hace algún tiempo, fue amenazada por bandas delincuenciales que la exigían pagos semanales y mensuales para que las trabajadoras sexuales puedan ejercer su trabajo. Ante eso, y sabiendo el riesgo que corría, solicitó apoyo a la Policía para que la resguarden “pero no recibió respuesta”.

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La La Movida Feminista, tuiteó el pasado 4 de septiembre: “Jéssica Martínez -mujer trans, negra, activista y empobrecida- puso en conocimiento la  @PoliciaEcuador las amenazas que ella y sus compañeras estaban recibiendo, pero la institución decidió ignorarla. Hoy lamentamos su muerte”.

Las redes sociales se han levantado para denunciar este lamentable hecho. “Jéssica Martínez, mujer trans que levantó su voz contra las redes de delincuencia organizada que exigían pagos semanales y mensuales a trabajadoras sexuales, fue asesinada en Ambato. Dicen sus compañeras que pidió protección a la Policía, pero la respuesta fue el silencio”, agregó la periodista Karol Noroña.

“Junto a las personas de su Asociación se tiene previsto un proyecto integral de teatro, contención emocional y un documental, ahora con más fuerza y consciencia vamos a ejecutar este proyecto para generar otra postura y forma de empatía con los demás”, indicó Alex Ayala en su muro de Facebook.

En comunicado, el Colectivo de Mujer Trans, que ejerce  el trabajo sexual no regularizado, denunció y repudió “los actos de intimidación, extorsión, incitación al odio y apropiaciones de espacios públicos en Guayaquil y diferentes plazas de trabajo en Ecuador, donde mujeres Trans que ejercen el trabajo sexual les imponen pagos de 30 dólares semanales, ordenados por alias Coronel y aliados, bajo intimidación y violencia psicológica (…)”.

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