Rusia concentraba soldados en la frontera con Ucrania cuando un desesperado César Quintana se presentó en la embajada estadounidense en Kiev en diciembre para implorar que le emitiese un pasaporte a su pequeño hijo, quien había sido secuestrado por su madre, una ucraniano-estadounidense, un año antes.
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Quintana obtuvo un documento de los tribunales estadounidenses que indicaban que tenía la custodia de Alexander, de dos años. Le dieron el pasaporte, compró pasajes de avión y a los pocos días se encaminó al aeropuerto para regresar a Estados Unidos. Pero no pudo abordar el vuelo.
La abuela ucraniana del niño había conseguido una orden de que le entregasen el pequeño, que la policía ucraniana hizo cumplir.
Ahora, tres meses después, Ucrania está devastada por la guerra. Y Mariúpol, donde viven la madre y la abuela de Alexander, está sitiada por los rusos. Quintana, de vuelta en Estados Unidos, no se puede comunicar con su exesposa y está tan desesperado que considera volver a Ucrania a buscar a su hijo. “Estoy dispuesto a hacer cualquier cosa”, declaró a la Associated Press. “Quiero traer a mi hijo”.
Quintana, de 35 años, dice que habló por última vez con Alexander en FaceTime el 2 de marzo. Afirma que le envió dinero a su exesposa, Antonina Aslanova, pero que no volvió a saber de ellos.
Los bombardeos rusos cortaron las comunicaciones con Mariúpol. Decenas de miles de residentes han huido de la ciudad y hay una cantidad indeterminada de muertos.
La AP trató infructuosamente de comunicarse con Aslanova. Mensajes por LinkedIn e emails no recibieron respuesta. Ella no tiene en estos momentos un abogado que maneje la disputa por la custodia del niño en California y el número de teléfono que dio en Estados Unidos no funcionaba. Se le dejó un mensaje en otro teléfono a su nombre.
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Quintana dijo que autorizó a Aslanova visitar al niño en su casa mientras él se recuperaba de una operación de la vesícula. Relató que un día se quedó dormido y que cuando se despertó por la tarde, ella y Alexander se habían ido.
Él llamó a la policía porque Aslanova no podía sacar de la casa al niño por orden judicial. Al día siguiente le informaron que ambos habían abordado un avión rumbo a Ucrania, con escala en Turquía, según la fiscalía, que acusó a Aslanova de secuestro de un menor.
En marzo del 2021 un juez dispuso que Alexander debía regresar a Estados Unidos. Ese mismo mes, Aslanova informó al juzgado que la procesaba por su detención por manejar ebria que no pensaba volver.
Quintana piensa comprar un pasaje de avión para viajar a Polonia la semana que viene y podría tratar de ingresar a Ucrania desde allí.
“No sé bien qué voy a hacer. Quiero al menos estar cerca por si se presenta una oportunidad de sacarlo del país”, manifestó.