El aumento de las temperaturas globales está provocando escasez de agua en varias regiones del mundo, por lo que la población depende cada vez más del líquido que se encuentra bajo la superficie de la Tierra y que puede tener décadas o incluso millones de años.
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Recientemente, un grupo de científicos de la Universidad de Harvard, el Instituto Oceanográfico de Woods Hole y la Universidad de Arkansas publicaron un estudio sobre las aguas milenarias y su importancia para el ser humano.
“Las aguas subterráneas ancestrales fueron en su día aguas superficiales (lluvia, deshielo, agua de río, etc.) que entraron en el subsuelo -en algunos casos hace millones de años- y viajaron lo suficientemente lejos bajo tierra como para quedar relativamente aisladas”, explicó a Metro Marissa Grunes, investigadora medioambiental postdoctoral del Centro de Medio Ambiente de Harvard.
Aunque es posible que debido a la mayor explotación de las aguas subterráneas estemos consumiendo un líquido más antiguo, no siempre es el mejor para el consumo humano debido a ciertas características que ha adquirido con el tiempo.
Los especialistas afirmaron que las aguas de mayor antigüedad pueden ser mucho más saladas que las nuevas gracias a la presencia de una mayor concentración de minerales. Por ello, tendrían que someterse a un costoso tratamiento para poder ser utilizadas para el consumo humano.
Además, las aguas subterráneas extremadamente antiguas pueden enseñarnos el pasado del planeta Tierra.
“Los geoquímicos se refieren a determinados componentes químicos que reflejan procesos o propiedades medioambientales como ‘trazadores’. Muchos trazadores pueden medirse en aguas subterráneas antiguas para comprender las condiciones climáticas en el momento y lugar en que las aguas subterráneas estuvieron por última vez en la superficie (o cerca de ella), en contacto con la atmósfera”, añadió Alan Seltzer, científico adjunto de química y geoquímica marina del Instituto Oceanográfico de Woods Hole.
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Así pues, las aguas subterráneas ancestrales adquieren aún más importancia a medida que nuestro planeta se calienta, ya sea porque fluyen por el grifo de la cocina, porque riegan los cultivos alimentarios o porque proporcionan advertencias sobre el pasado de la Tierra que pueden ayudarnos a prepararnos para un futuro incierto.
“Las antiguas aguas subterráneas son también una parte cada vez más importante del suministro de agua potable y de riego en las regiones propensas a la sequía”.
— Marissa Grunes, investigadora postdoctoral del Centro de Medio Ambiente de Harvard
“Las aguas subterráneas ancestrales contienen una valiosa información sobre el pasado de la Tierra registrada en su composición química”.
— Alan Seltzer, científico asistente de química y geoquímica marina del Instituto Oceanográfico Woods Hole.
¿Por qué no es sostenible seguir cavando y extrayendo más agua?
Hay tres razones por las que cavar para extraer más agua subterránea para el consumo humano no es una buena idea:
Costo
Las grandes empresas agrícolas y de extracción de litio suelen ser el tipo de inversores que pueden permitirse perforar a gran profundidad, mientras que las pequeñas comunidades rurales no pueden hacerlo.
Peligros
Una vez que se bombea el agua subterránea antigua, los acuíferos necesitan tiempo para volver a llenarse. Las vías de flujo pueden verse interrumpidas, ahogando el suministro natural de agua a manantiales, humedales y ríos. Mientras tanto, el cambio en la presión del subsuelo puede desestabilizar la tierra, provocando hundimientos del terreno e incluso terremotos.
Contaminación
Aunque las aguas subterráneas profundas y ricas en minerales suelen ser más limpias y seguras para beber que las más jóvenes y superficiales, el bombeo excesivo puede cambiar esta situación. A medida que las regiones con escasez de agua se vuelven más dependientes de las aguas subterráneas profundas, el bombeo excesivo hace descender el nivel acuífero y extrae agua nueva contaminada que puede mezclarse con el agua más antigua. Esta mezcla hace que la calidad del agua se deteriore, lo que provoca la demanda de pozos cada vez más profundos.
Entrevista
Kevin Befus,
profesor asistente de hidrogeología de la Universidad de Arkansas, EE.UU.
P: ¿Por qué estudió la antigüedad del agua?
- La antigüedad del agua puede desempeñar varios papeles en la cantidad de agua de que dispone la gente hoy en día. El problema es que no sabemos hasta qué punto el pasado antiguo del agua puede influir en la seguridad hídrica presente y futura. El agua subterránea es única, ya que tarda mucho más tiempo que la mayoría del agua en reciclarse a través del ciclo del agua. Entender cuánto tiempo se mueve una molécula de agua bajo tierra nos ayudará a gestionar mejor los recursos hídricos.
P: ¿Por qué cobran importancia las aguas subterráneas antiguas?
- El agua potable es un recurso limitado y, por desgracia, cada vez más escaso, mientras que la demanda de agua aumenta con el crecimiento demográfico e industrial. Las aguas subterráneas pueden ser un recurso estable, pero por cuánto tiempo es parte de la incógnita en este momento.
P: Háblenos de las principales características del agua milenaria.
- Suele ser más salada y con más contenido mineral, ya que ha tenido más tiempo para disolver los minerales circundantes de la roca. Esto hace que sea potencialmente menos potable en algunos lugares.
P: ¿Es más difícil de extraer? ¿Existe algún peligro?
- El agua antigua no siempre es más profunda o más difícil de extraer; puede estar presurizada hasta el punto de que ni siquiera se necesita una bomba para que el agua fluya en la superficie (por ejemplo, un pozo de tipo artesiano que fluye). Las aguas subterráneas antiguas no han estado en la superficie durante mucho tiempo, bien porque se mueven con extrema lentitud a través del suelo y/o porque han recorrido distancias súper largas. Eso significa que si bombeamos esa agua, podríamos acelerar las moléculas de agua que se mueven detrás de las que fluyen de forma natural; esto puede ser bueno para soportar el bombeo durante un tiempo, pero también podría alterar el equilibrio de la cantidad de agua que entra en el suelo y podría llevar a un agotamiento insostenible del acuífero.