Un comando armado irrumpió el miércoles a bordo de vehículos en una prisión del centro de México y escapó con nueve reclusos en una de las fugas más dramáticas que el país haya visto en los últimos años.
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Autoridades del estado de Hidalgo, al norte de la Ciudad de México, indicaron en conferencia de prensa que el ataque tuvo lugar en la madrugada, cuando una serie de reos estaban siendo puestos a disposición de un juez, y conllevó enfrentamientos en los que dos policías resultaron heridos de bala.
Simón Vargas, secretario de gobierno del Estado, indicó que en las inmediaciones de la prisión se localizaron dos vehículos incendiados como parte de una acción de distracción de los atacantes.
Medios locales habían informado de la posibilidad de que se tratara de coches bomba. Las autoridades no quisieron pronunciarse al respecto y sólo indicaron que se están realizando los peritajes pertinentes para saber qué provocó el fuego.
Policía estatal, soldados y tropas de la Guardia Nacional se desplegaron por la zona en busca de los presos fugitivos. Las autoridades no identificaron la banda armada involucrada en la fuga de la prisión e indicaron que los reos eran individuos acusados homicidio y secuestro y no por delitos federales.
Alejandro Habib Nicolás, fiscal del estado, agregó que en el ataque participaron “muchos sujetos activos”, aunque no dijo cuántos, y que se ha abierto una investigación “muy amplia” en la que no se descarta ninguna hipótesis.
En Tula se ubica una gran refinería y el área está plagada de bandas armadas que roban combustible perforando los ductos.
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El uso de coches bomba por parte del crimen organizado en México ha sido extremadamente raro. Uno de esos ataques fue en la localidad fronteriza de Ciudad Juárez en 2010 que mató a tres personas.
Sin embardo, sí es habitual que la delincuencia organizada incendie vehículos como distractor o para bloquear vialidades.