En el marco del Día del Reciclaje, profundizamos en un concepto que va más allá de la economía circular tradicional y se sumerge en las profundidades de nuestros océanos y fuentes hídricas: la Economía Azul.
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Para entender su potencial y la rentabilidad que ofrece a las empresas, conversamos con José Javier Guarderas, CEO de Sambito, una voz experta en sostenibilidad que nos guió a través de este fascinante paradigma.
Guarderas inició la conversación contextualizando la triple crisis planetaria que enfrentamos: la alarmante pérdida de biodiversidad, el creciente incremento de la contaminación (con el omnipresente microplástico como protagonista) y la innegable crisis del cambio climático.

Datos contundentes, como la proyección de más microplástico que peces en el mar para 2050 y el consumo anual equivalente a una tarjeta de crédito de plástico por persona a través de la ingesta de pescado contaminado, pintan un panorama desafiante. A esto se suma el récord anual de temperaturas globales, evidenciando la urgencia de tomar acción.
“Estas tres crisis no solamente afectan al planeta, sino que tienen una afectación directa a la salud pública y a la economía”, enfatizó Guarderas. Es precisamente en esta intersección donde emerge con fuerza la Economía Azul, buscando “encontrar espacios donde se pueda gestionar por medio de proyectos la preservación de los ecosistemas marinos”.
Ecuador, un país intrínsecamente ligado al agua y los océanos, con una economía dependiente de la agricultura, la acuacultura y la pesca, tiene mucho que ganar (y que perder) en este escenario.
“Si no preservamos esos ecosistemas marinos, al final del día nuestra economía y nuestras industrias van a colapsar”, advirtió el CEO de Sambito. No solo las industrias directamente relacionadas con el agua como insumo, sino también aquellas que la utilizan en sus procesos productivos, enfrentan mayores costos al tener que tratar agua cada vez más contaminada.
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Consciente de esta realidad, Sambito ha enfocado sus esfuerzos en asesorar a empresas, especialmente del sector acuícola, en la adopción de prácticas más sostenibles.
Bonos ‘azules’ por USD 50 millones
Esto incluye la medición de KPIs relacionados con la descarbonización y la reducción de la huella hídrica.
Un paso trascendental en esta dirección fue la alianza estratégica con el Banco del Austro, que emitió bonos azules por 50 millones de dólares. Estos fondos están destinados a empresas ecuatorianas, desde la costa hasta 200 kilómetros tierra adentro, para invertir en proyectos productivos que demuestren una reducción de sus emisiones o de su huella hídrica.

Sostenibilidad como oportunidad de rentabilidad
Guarderas desmitificó la idea de que la sostenibilidad es solo un costo para las empresas, resaltando su potencial como una oportunidad de rentabilidad. “Hoy existen muchísimos recursos económicos, te podría decir por billones de dólares en el mundo de fondos que quieren invertir en proyectos que puedan demostrar que su inversión va a beneficiar de alguna forma al ecosistema marino”.
Un ejemplo claro que proporcionó es el de una camaronera que reemplaza sus aireadores a diésel por sistemas eléctricos. Esta simple acción no solo reduce la huella de carbono, sino que también genera ahorros económicos y califica al proyecto para recibir financiamiento a través de bonos azules.
“A nosotros nos gusta hablar desde la sostenibilidad desde el punto de vista no solamente ambiental y social, sino económico”, afirmó Guarderas. El acceso a financiamiento, los ahorros económicos generados por eficiencias y la apertura a nuevos mercados (especialmente el europeo, que exige indicadores de sostenibilidad) son incentivos poderosos para que las empresas adopten prácticas más verdes.

Cualquier empresa con un proyecto que demuestre una reducción de emisiones o una mejora en la calidad del agua puede aplicar a estos bonos azules, con la asesoría técnica de Sambito.
Su rol en esta alianza es crucial: verificar y validar que los proyectos cumplan con los criterios de descarbonización y mejora del ecosistema marino. Tras la aprobación técnica, el banco realiza el análisis crediticio, y Sambito continúa acompañando al cliente en la generación de informes sobre el cumplimiento de los objetivos del bono.
Ecuador es un terreno fértil para la economía azul
Ante la pregunta sobre si Ecuador cuenta con empresas preparadas para aprovechar las oportunidades de la economía azul, Guarderas fue enfático: “¡Muchísimas!”. No solo por las exigencias de los mercados internacionales, sino porque estas inversiones generan eficiencia y rentabilidad.
El fin del subsidio al diésel para el sector camaronero, por ejemplo, ha incrementado significativamente sus costos de energía para la aireación. La transición a sistemas eléctricos no solo reduce su huella, sino que los hace más competitivos.
Sectores como la agricultura (banano, cacao) pueden aplicar a estos bonos para reducir su consumo de agua o modernizar sus sistemas de riego. Empresas que inviertan en plantas de tratamiento de agua o maquinaria más eficiente también son candidatas. “Realmente no es que tienes que tener ya ciertas credenciales para aplicar, sino que tienes que tener la visión como empresario de que hoy en día tienes que ser más eficiente, tienes que consumir menos recursos y tienes que alinearte a lo que los mercados internacionales están pidiendo”, explicó Guarderas.
Además, promovió la idea de ser “ambientalistas imperfectos”, tanto a nivel personal como empresarial. No se trata de alcanzar la perfección en sostenibilidad de inmediato, sino de dar pequeños pasos que sumen hacia un futuro más verde y rentable.
Conectando la economía azul con la economía circular y el reciclaje
Para aclarar la relación entre la economía azul y la economía circular, Guarderas explicó que, si bien son conceptos diferentes, están interconectados.
La economía circular se enfoca en un consumo responsable, buscando dar una segunda vida a los recursos y reducir la dependencia de la extracción de materia prima virgen. Ejemplos como la gestión de neumáticos fuera de uso, baterías de ácido plomo, aceites lubricantes y residuos electrónicos demuestran el potencial de este modelo en Ecuador.
El reciclaje, la separación de residuos en nuestros hogares, es un paso fundamental dentro de la economía circular. Sin embargo, esta va más allá, buscando que los productos reciclados se procesen para convertirse en nuevos insumos, generando valor económico y ambiental.
La conexión con la economía azul se hace evidente cuando consideramos que una economía circular eficaz reduce la contaminación que termina llegando a nuestros océanos y fuentes hídricas. “Al final del día, un modelo eficaz de economía circular va a beneficiar a que tengas un ecosistema marino más saludable”, afirmó Guarderas.
Un mensaje de oportunidad y acción
En el contexto del Día del Reciclaje, Guarderas envió un mensaje contundente a empresas y ciudadanos: la sostenibilidad no es una moda, sino una estrategia de negocio con un sinfín de oportunidades. “Todos los que nos leen o nos escuchan tienen que ver la sostenibilidad ya no es una moda, es una estrategia de negocio”.
Para los emprendedores y empresas, la basura de ayer puede ser la materia prima valiosa del mañana. Los vertederos podrían convertirse en “las próximas minas del futuro”. La economía circular abre un abanico de posibilidades para nuevos negocios, desde el procesamiento de neumáticos reciclados hasta la extracción de minerales de dispositivos electrónicos en desuso.
“El concepto de economía circular va más allá de reciclar”, enfatizó Guarderas. Se trata de un aprovechamiento positivo de los residuos, generando nuevas industrias y empleos.
Finalmente, invitó a todos a ser parte de la solución, recordando una frase que marcó la conversación: “¿De qué lado de la historia queremos estar? Del lado correcto, haciendo pequeñas acciones, o simplemente no hacer nada y pasar desapercibidos”. La economía azul y la economía circular ofrecen un camino para estar del lado correcto, construyendo un futuro más sostenible y rentable para todos.