Estilo de Vida

Novena de Navidad Día 3: Profetisa Ana , mujer de esperanza paciente y activa

Reza la Novena de Navidad Día 3 con lectura bíblica, oración y meditación para vivir este tiempo en familia.

Novena de Navidad Día 3
Novena de Navidad Día 3 (IA Metro Ecuador)

Monición

Queridos Hermanos: Estamos ya en el tercer día de nuestra Novena, avanzamos en el camino rumbo a Belén, para encontrarnos con el Niño Jesús que nos ofrece a todos siempre la oportunidad de empezar de nuevo.

Hoy nos encontramos con un nuevo personaje, la profetisa Ana; ella nos recuerda que la esperanza es el camino de la mirada y del corazón del creyente que pone toda su confianza en el Señor.

Con la alegría que nos da vivir con una esperanza paciente y activa, buscando el don de la paz, iniciemos juntos diciendo: En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.


Escuchemos la Palabra

Lectura del santo Evangelio según san Lucas 2, 36-38

En aquel tiempo, había una profetisa, Ana, hija de Fanuel, de la tribu de Aser. Era una mujer muy anciana. De joven, había vivido siete años casada y tenía ya ochenta y cuatro años de edad. No se apartaba del templo ni de día ni de noche, sirviendo a Dios con ayunos y oraciones. Cuando José y María entraban en el templo para la presentación del niño, se acercó Ana, dando gracias a Dios y hablando del niño a todos los que aguardaban la liberación de Israel.


Palabra del Señor


Reflexionemos

Ana: mujer de esperanza paciente y activa

El texto de la Presentación del Niño Jesús en el Templo de Jerusalén, menciona a una profetisa llamada Ana. Ella, a pesar de ser viuda y de avanzada edad, es presentada como una mujer fuerte y libre que sirve al Señor en el Templo. Ella anunció al Niño Jesús “a todos los que esperaban la redención de Jerusalén” (Lc 2,38).

He aquí, un primer testimonio de comunión: Jesús no excluye a nadie de su misión redentora. Todos, sin excepción de ningún tipo, podemos encontrarnos con Jesús y convertirnos en alegres servidores de su Reino de “justicia, paz y alegría en el Espíritu Santo” (Rom 14, 17).

En nuestros días, seguimos privando de sus derechos fundamentales a los más débiles e indefensos, marginando a los que no aportan “productivamente” a la sociedad. Estos son los nuevos abandonados de hoy: los sin voz, ni rostro, ni nombre. En este contexto, también la mujer, en diferentes épocas, ha sido víctima de exclusión y distintos tipos de abusos; el ejemplo de Ana es fundamental para confiar en Dios, Él le concede una mayor dignidad: ser hija, profeta, misionera y servidora de Dios.

El encuentro con el Niño Jesús nos ofrece a todos una nueva posibilidad de recomenzar. No importa la edad, ni la situación social o económica para orientar nuestra vida hacia el Redentor del mundo. Nunca es demasiado tarde, ni tampoco es demasiado temprano para servir y alabar al Señor que ha venido a salvarnos.

En este día de Novena pidamos la gracia de saber escuchar y valorar la sabiduría y el testimonio de fe y de esperanza de nuestros abuelos y adultos mayores. Que podamos tener nuestro corazón siempre abierto y disponible para estar cerca de los enfermos, los migrantes, los desempleados, y de todos los rostros que conviven junto a nosotros.

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