Monición
Queridos Hermanos:
Bienvenidos al inicio de la Novena de Navidad, nos reunimos con esperanza para preparar el camino que nos lleva a encontrarnos con Jesús – niño en un pesebre de Belén.
Hoy, Juan Bautista nos recuerda la importancia de la conversión personal que se manifiesta todos los días en el encuentro, la cercanía, la fraternidad y la solidaridad.
Hagamos juntos este camino que pasa por el desierto y nos invita a encontrar la paz que tanto anhelamos para nuestro mundo. Iniciemos diciendo: En el nombre del Padre, y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Escuchemos la palabra
Lectura del santo Evangelio según san Lucas (Lc. 3, 1-6)
En el año décimo quinto del reinado del César Tiberio, siendo Poncio Pilato procurador de Judea; Herodes, tetrarca de Galilea; su hermano Filipo, tetrarca de las regiones de Iturea y Traconítide; y Lisanias, tetrarca de Abilene; bajo el pontificado de los sumos sacerdotes Anás y Caifás, vino la palabra de Dios en el desierto sobre Juan, hijo de Zacarías.
Entonces comenzó a recorrer toda la comarca del Jordán, predicando un bautismo de penitencia para el perdón de los pecados, como está escrito en el libro de las predicciones del profeta Isaías:
Ha resonado una voz en el desierto: Preparen el camino del Señor, hagan rectos sus senderos. Todo valle será rellenado, toda montaña y colina, rebajada; lo tortuoso se hará derecho, los caminos ásperos serán allanados y todos los hombres verán la salvación de Dios.
Palabra del Señor.
Reflexionemos
Juan Bautista: el precursor de la paz
Hace más de dos mil años atrás, el pueblo de Israel esperaba la llegada del Mesías. Era un pueblo que caminaba entre luces y sombras: por un lado, mantenía la llama de la fe encendida aguardando al Salvador; y por otro lado, estaba envuelto en enemistades, injusticias, marginalidad, persecuciones y distintos tipos de violencia. En esa situación concreta, Dios se acuerda de su pueblo. No se resigna que siga caminando en las tinieblas y lo visita mediante la predicación de Juan el Bautista que anunciaba la conversión del corazón como preparación para la venida del Salvador.
A pesar del tiempo, pareciera que esas tinieblas también nos alcanzan hoy. Así como al pueblo de Israel, también, hoy, el Señor nos pide volver a escuchar las palabras de Juan: ¡conviértete, una vida nueva es posible para ti!. Porque todos estamos llamados a la conversión del corazón. Nunca es tarde para volvernos más a Dios y ser más justos con nuestro prójimo. Sabemos que, desde nuestro Bautismo, hemos sido consagrados como profetas. Seamos, entonces, esos profetas que ven venir a Dios a salvar a su pueblo. No seamos profetas de desventuras, sino profetas de “la esperanza que no defrauda” (Rom 5, 5).
En estos días de novena pidamos la gracia de ser esos nuevos profetas de la paz “desarmada y desarmante” (Papa León XIV, Primer saludo, 8 de mayo de 2025). Una paz “desarmada” porque no se impone con la fuerza, ni empuña armas, sino que se propone desde el diálogo y el respeto de cada uno. Y una paz “desarmante” porque no alza muros, ni cierra puertas, sino que construye puentes y abre puertas. Seamos esos nuevos Bautistas que en medio de nuestra sociedad preparan la venida del Salvador con palabras de respeto, manos que ayudan y abrazos de paz que sanan, reconcilian y protegen a todos.

