Un niño de 11 años, identificado como Liangliang, terminó hospitalizado tras pasar 14 horas consecutivas realizando tareas escolares en la ciudad de Changsha, provincia de Hunan, China.
Según los reportes, el menor inició su jornada a las 08h00 de la mañana, bajo la supervisión estricta de sus padres, quienes buscaban que “se pusiera al día” con sus deberes. Liangliang no tuvo pausas para descansar y continuó estudiando de manera ininterrumpida hasta las 22h00.
Alrededor de las 23h00, comenzó a mostrar síntomas graves: hiperventilación, mareos, entumecimiento, rigidez muscular y contracción involuntaria de los dedos, una condición conocida como “manos en garra de gallina”, producto del estrés y la fatiga extrema.
Fue trasladado de urgencia al Hospital Central de Changsha, donde los médicos diagnosticaron que presentaba problemas respiratorios derivados de un estrés emocional severo. Le colocaron una mascarilla de oxígeno y le enseñaron técnicas de respiración para estabilizarlo.
Un fenómeno en aumento
El Hospital informó que solo en agosto de 2025 atendió a más de 30 niños con síntomas similares, una cifra diez veces mayor que en meses anteriores.
La presión académica en China es reconocida a nivel internacional. Aunque el gobierno implementó en 2021 la política de “doble reducción”, que busca limitar la carga de deberes y clases extracurriculares, la competencia feroz por el acceso a universidades sigue empujando a miles de estudiantes —y a sus familias— a mantener horarios extenuantes.
Este caso ha reavivado el debate sobre el impacto de la exigencia académica extrema en la salud mental y física de los menores en el país asiático.

