Un nuevo estudio dirigido por el científico Guanghui Liu, publicado en Cell el 25 de julio de 2025, reveló que el envejecimiento humano se acelera abruptamente alrededor de los 50 años, según análisis de 48 proteínas relacionadas con enfermedades en múltiples órganos. Los vasos sanguíneos —particularmente la aorta— muestran cambios proteicos más dramáticos, lo que sugiere que actúan como canales que distribuyen señales de envejecimiento al resto del cuerpo.
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El hallazgo sugiere una fase crítica en la mediana edad y abre nuevas vías para intervenciones personalizadas.
¿A qué edad comienza el envejecimiento acelerado y qué órganos se ven más afectados?
Liu y su equipo analizaron 516 muestras de tejido de 76 donantes chinos entre 14 y 68 años, identificando una inflexión en la expresión de proteínas entre los 45 y 55 años, con especial impacto en los vasos sanguíneos. Las glándulas suprarrenales empezaron a mostrar signos de envejecimiento ya a los 30 años. No todos los órganos envejecen igual: la aorta fue la más afectada por variaciones en proteínas como GAS6, capaz de inducir envejecimiento prematuro en modelos animales.

¿Cómo mide el estudio el envejecimiento y qué implicaciones tiene?
El estudio empleó relojes proteómicos, que miden la edad biológica de los órganos según la expresión proteica, en contraste con los relojes epigenéticos basados en modificaciones de ADN. Esta aproximación permite un seguimiento más preciso de cómo cada órgano envejece en distintos ritmos y momentos. Liu afirma que “el envejecimiento a nivel molecular puede ser cuantificado y potencialmente moderado mediante proteínas específicas”
La identificación de proteínas clave como GAS6 ofrece nuevos blancos terapéuticos para ralentizar el envejecimiento sistémico, especialmente en la mediana edad, cuando las alteraciones proteómicas son más visibles.
¿Qué otras proteínas y mecanismos destacan en el estudio?
El profesor Guanghui Liu también lideró investigaciones sobre la proteína Apolipoproteína E (APOE), descubriendo que su acumulación en células madre humanas acelera su senescencia mediante desestabilización de la heterocromatina. Este efecto epigenético sugiere otro vínculo molecular entre proteínas específicas y envejecimiento celular.
Otra línea dirigida por su equipo en Nature Metabolism identificó el rol de la proteína SIRT5 en retrasar el envejecimiento muscular: al inhibir señales inflamatorias vía TBK1, SIRT5 puede preservar masa muscular y función, incluso mediante terapia génica experimental.