Todos hemos escuchado en algún momento “tienes el corazón roto”. Lo dicen cuando estamos tristes, perdemos a un ser querido o sufrimos un desamor. En el sentido literal no es que se está rompiendo el corazón, solo está trabajando mucho más rápido de lo normal. La realidad es que se trata de una afección cardíaca temporal, provocada por emociones extremas.
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“Las emociones muy fuertes como alegría, susto, tristeza, rabia o sufrimiento liberan altos niveles adrenalina”, comenta el cardiólogo intensivista, Alberto Campodónico.
Esta es una hormona, según explica, que produce el organismo de forma natural a través de las glándulas suprarrenales, localizadas encima de los riñones. “La adrenalina estimula la contractilidad, es decir que aumenta la frecuencia cardiaca así como la presión arterial”.
Igualmente, esta hormona acelera los latidos del corazón y lo malo es que podría llegar un punto en que se rompe alguna parte venosa, colapse o se cree un choque cardiogénico. Para el especialista, llegar a esa condición significa que la persona registra alguna afección preexistente.
“Por ejemplo, que el corazón está previamente y cuando atraviesa una emoción fuerte siente un dolor fuerte en el pecho”, añadió.
En conclusión, cuando vivimos experiencias tristes, el corazón falla y se debilita.
“Los latidos del corazón son sincrónicos. Si tienes estados de alegría, late con más fuerza y se eleva la frecuencia cardiáca. Lo mismo pasa cuando la persona está enojada, tiene ira o ansiedad”, agrega Campodónico.
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Así se siente tener el corazón roto
Tiene el corazón débil ya que apenas está bombeando. Y en un caso grave, en estado de shock.
Los signos de un corazón roto pueden parecerse a los de un ataque cardíaco e incluyen lo siguiente: dolor de pecho y falta de aire. También la pérdida del conocimiento.
Cualquier dolor de pecho duradero podría ser una señal de un ataque cardíaco.
Realmente puedes morir por tener el corazón roto.
En el cerebro está la clave
Para Campodónico, hay una clara relación entre el corazón y el cerebro.
De hecho, un trabajo publicado en la revista European Heart Journal arroja que la forma en la que nuestro cerebro reacciona al estrés puede ser la respuesta.
“Si la persona tiene un susto o pánico puede aumentar los latidos, se desplaza un trombo hacia el cerebro y ocurre una interrupción repentina del flujo sanguíneo a un órgano o una enfermedad cerebrovascular”, aportó. Para la psicóloga clínica, Ana Lucía Carrión, a nivel cerebral, en la liberación de cortisol se destapan miles de dosis de catecolaminas. Estas son sustancias que incluyen la adrenalina, la noradrenalina y la dopamina. “Aunque puede generar ánimo y entusiasmo, cuando el estrés se agudiza, estas catecolaminas salen muy disparadas hacia el torrente sanguíneo y ya no se generan síntomas de felicidad. Por el contrario, de estrés cardiológico interno”, explicó.
Añade que cuando estas sustancias se liberan demasiado, lo más probable es que con el estrés se genere mucha ansiedad y busquemos un canalizador (tabaco, drogas o alcohol) y eso empeora la situación.
Como sugerencia, la doctora recomienda -previo a realizarse las pruebas físicas, conocer los antecedentes personales.
“Reconocer que se tiene estrés para poder controlarlo en nuestra vida puede ser la clave del éxito de prevención más importante y prevenir un episodio del síndrome del corazón roto”, mencionó.
DATOS
- El síndrome del corazón roto se le conoce también como miocardiopatía de Takotsubo, la cual fue descrita por primera vez en la literatura médica japonesa de los 90. Se trata de una afección cardíaca temporal que se asemeja a un ataque al corazón producido por situaciones estresantes.
- Después de los 35 años todos debemos hacernos un electrocardiograma para conocer el estado real del corazón.
- El síndrome del corazón roto es más común en mujeres.
- La mayoría de las personas que padecen el síndrome del corazón roto son personas de entre 60 y 75 años sanas que sufren un episodio grave de estrés psíquico o físico.
- El estado de ánimo de una persona puede aumentar o disminuir.
CIFRAS
- 17,3. Millones de vidas cobran las enfermedades cardiovasculares, las cuales son las más mortíferas del mundo.
- 2030. Para ese año se estima que casi 23.6 millones de personas pueden morir por una de estas afecciones.
Lo dicen los expertos
<b>“La terapia es una válvula de escape para drenar emociones que podrían causar enfermedades "</b>
— Ana Lucía Carrión, psicóloga clínica
<b>“El corazón es el centro del cuerpo humano; es una máquina perfecta que debemos cuidar”.</b>
— Alberto Campodónico, cardiólogo intensivista.