En la infancia se forma nuestro carácter, claro está, en las otras etapas de la vida como en la adolescencia y en la adultez también vamos moldeando nuestra personalidad.
En la página dedicada a la psicología Psych2go.net nos presentan los estilos que existen en las formas de amar, todos influenciados enormemente por nuestra niñez.
El complaciente
- A menudo crece en un hogar con padres demasiado protectores o irascibles y críticos.
- De niños hacen todo lo que pueden para ser buenos y mostrar una buena conducta y así no provocar una respuesta negativa de los padres.
- Se sienten incómodos con los conflictos y enfrentan los desacuerdos cediendo o compensando a los otros rápidamente.
- Generalmente les cuesta trabajo decir no y debido a que quieren minimizar el conflicto pueden no ser sinceros y mienten para evitar confrontaciones difíciles.
La víctima
- Es común que crezca en un lugar caótico.
- Aprenden a ser obedientes para sobrevivir poniendo menos atención en ellos mismos para poder pasar desapercibidos.
- Tienen baja autoestima y usualmente luchan con ansiedad y depresión.
- Pueden acabar casándose con personas controladoras que reflejen las mismas conductas que sus padres.
El controlador
- Normalmente crece en un hogar sin mucha protección por lo que aprenden a ser fuertes y cuidarse a sí mismos.
- Necesitan sentir el control todo el tiempo para evitar que la vulnerabilidad que experimentaron en su infancia sea expuesta en su adultez.
- No asocian la ira como una vulnerabilidad, así que la usan como arma para mantenerse en el poder.
El indeciso
- El indeciso crece con padres impredecibles.
- De niño aprendieron que sus necesidades no son la prioridad de sus padres.
- Sin el constante afecto de sus progenitores desarrollan un profundo miedo al abandono.
- Cuando se vuelven adultos tratan de encontrar el amor consistente del cual fueron privados de niños.
El evasivo
- El evasivo por lo común crece en un hogar poco afectivo donde se valora la independencia y la autoconfianza.
- Aprenden a cuidar de sí mismos a muy temprana edad, y ponen sus sentimientos y necesidades en pausa para lidiar con la ansiedad de tener poco o nada de consuelo de sus padres.
- A los evasivos les gusta tener su espacio y se apoyan más en la lógica y desapego que en sus emociones.