Los primeros años de vida de cualquier ser humano forma parte de una de las etapas más fundamentales en el desarrollo personal, por eso, distintos especialistas e investigaciones científicas sostienen la idea y aseveran que una buena educación, acompañada con un buen acompañamiento paternal y familiar es indispensable al momento de llegar en la etapa de la madurez.
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Un nuevo estudio de la Universidad de Toronto, en Canadá, encontró que uno de cada cinco de los adultos que estuvieron expuestos a violencia doméstica crónica de sus padres durante la infancia desarrollaron un trastorno depresivo mayor en algún momento de su vida.
La confirmación del hallazgo fue por parte de Esme Fuller-Thomson, directora del Instituto para el Curso de la Vida y el Envejecimiento de la Universidad de Toronto; y profesora de la Facultad de Trabajo Social Factor-Inwentash (FIFSW).
La autora principal aseveró que: “nuestros hallazgos subrayan el riesgo de resultados negativos a largo plazo de la violencia doméstica crónica para los niños, incluso cuando los propios niños no son abusados. Los trabajadores sociales y los profesionales de la salud deben trabajar atentamente para prevenir la violencia doméstica y apoyar tanto a las sobrevivientes de este abuso como a sus hijos”.
Violencia doméstica
Los especialistas excluyeron a personas en su estudio que hubiera experimentado abuso físico o sexual en la infancia. La muestra representativa a nivel nacional del estudio (Canadá) incluyó a 17.739 participantes de la Encuesta de Salud Comunitaria Canadiense-Salud Mental, de los cuales 326 informaron haber presenciado Violencia Doméstica de los padres (PDV) más de 10 veces antes de los 16 años, lo que se definió como “PDV crónico”.
Uno de cada seis adultos (15,2%) que experimentó PDV crónico informó que más tarde desarrolló un trastorno de ansiedad. Solo el 7,1% de los que no habían estado expuestos a la violencia parental también informaron haber experimentado un trastorno de ansiedad en algún momento de su vida.
“Muchos niños que están expuestos a la violencia doméstica de sus padres permanecen constantemente vigilantes y perpetuamente ansiosos, temerosos de que cualquier conflicto pueda convertirse en agresión. Por lo tanto, no es sorprendente que décadas después, cuando son adultos, aquellos con antecedentes de PDV tengan una prevalencia elevada de trastornos de ansiedad”, concluyó la coautora Deirdre Ryan-Morissette, una reciente graduada de Maestría en Trabajo Social de la FIFSW de la Universidad de Toronto.