El calentamiento global es uno de los problemas más urgentes que tenemos como habitantes de la Tierra. Pues además es uno que causamos nosotros mismos, los seres humanos.
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Como no es algo que haya surgido en el transcurso de unos años, sino que se fue gestando a lo largo de décadas, de siglos en realidad, podríamos pensar que nosotros, los seres humanos del siglo XXI no somos responsables.
Pero eso sería tratar de negar la realidad, pues a final de cuentas, tengamos más o menos tiempo en este planeta somos parte de las generaciones que notaron que eso que comenzó en la Revolución Industrial, tiene consecuencias graves para el planeta y para nosotros.
Lo que comenzó en la Revolución Industrial fue el uso extensivo de combustibles fósiles para producir energía: primero el carbón y después todo tipo de derivados del petróleo.
La energía que viene del carbón o del petróleo, se obtiene a partir de una reacción química, la combustión, en la que se transforma la energía química que está almacenada en los enlaces químicos y se transforma en energía calorífica, que puede aprovecharse en otras transformaciones en energía mecánica, por ejemplo, para mover un auto.
Pero además de esa producción de energía, en toda combustión se producen sustancias químicas, una de ellas, el dióxido de carbono, es responsable en parte del aumento de la temperatura del planeta: del calentamiento global.
Gases de efecto invernadero
La atmósfera de la Tierra está compuesta principalmente por dos gases: nitrógeno y oxígeno, además de pequeñas cantidades de otros gases.
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Por la estructura de sus moléculas, algunos de los gases atmosféricos tienen la característica de ser “gases de efecto invernadero”: el dióxido de carbono es uno de ellos, además del ozono, el vapor de agua, el metano y el óxido nitroso.
Todos esos son compuestos químicos que de una u otra forma existen naturalmente en la atmósfera terrestre y que por su estructura química pueden guardar energía térmica en sus enlaces químicos.
Esto quiere decir que absorben la energía térmica que proviene del Sol y la almacenan temporalmente en sus enlaces, pero esa energía no se queda ahí para siempre, pues luego la liberan.
Así funcionan como la estructura de un invernadero: reteniendo el calor del Sol dentro de un espacio cerrado, que en este caso es la atmósfera.
Por qué la Tierra necesita dióxido de carbono
Los gases de efecto invernadero son parte importante de por qué la Tierra puede tener vida. Que nuestra atmósfera tenga la composición que tiene fue indispensable para que la superficie del planeta sea un lugar templado, con temperaturas adecuadas para que pueda existir agua en estado líquido.
Aunque existen varios gases en la atmósfera que tienen ese efecto, el dióxido es muy eficiente en su trabajo: apenas compone un 0.04% de la atmósfera.
Además, hemos notado que un ligero aumento en su concentración atmosférica es suficiente para aumentar la temperatura del planeta de forma significativa. Lo que ha sucedido a partir de que comenzamos a usar combustibles fósiles para generar energía.
Este aumento en la concentración de dióxido de carbono, ha causado el calentamiento global y otras consecuencias que nos han llevado a una crisis climática.
Así que la mayor parte de las acciones para detener el cambio climático están encaminadas a reducir la producción de dióxido de carbono o incluso de intentar capturar el que ya existe en la atmósfera para mitigar sus efectos.
Sin embargo en ningún caso nos podemos plantear la extinción completa del dióxido de carbono en la atmósfera, no solo porque técnicamente sería casi imposible, sino porque si no existiera, la Tierra tampoco será un lugar agradable para la vida.