Cuando era adolescente, Dina Khalil acudió a una clínica en Egipto para cambiar el color de sus ojos. Lo que parecía un procedimiento seguro terminó siendo la implantación de un iris artificial, poniendo en riesgo su visión.

Complicaciones y diagnóstico
Años después comenzó a experimentar irritación y pérdida de visión. El médico original no respondió y, tras acudir al oftalmólogo Seth D. Potash, se descubrió glaucoma y daños severos en córnea y retina.
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Para salvar sus ojos, Dina viajó a Los Ángeles y se sometió a cinco cirugías, aunque aún requiere un trasplante de córnea en uno de ellos.
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Hoy utiliza lentes de contacto para cambiar el color de sus ojos y alerta a jóvenes sobre los riesgos de cirugías oculares: “No toquen sus ojos. La salud está antes que la estética”.


