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Entregó el celular para que le instalaran un protector de pantalla y casi le vacían la cuenta

Los delincuentes habían creado una clave segur para acceder a su cuenta bancaria en cualquier momento.

Las mujeres son más vulnerables porque enfrentan mayores barreras de acceso a productos financieros y educación digital.
Robo-de-Identidad-Por-qué-las-mujeres-son-el-blanco-principal-en México Las mujeres son más vulnerables porque enfrentan mayores barreras de acceso a productos financieros y educación digital. (Freepik)

En un video publicado en TikTok, Laura Torres Gómez, una joven residente en Bogotá, compartió una experiencia que, por poco, termina con el vaciamiento total de sus cuentas bancarias.

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Su testimonio sirve como advertencia frente a una modalidad de robo cada vez más común en Latinoamérica: la manipulación del celular desbloqueado durante visitas a centros tecnológicos.

Todo comenzó en 2024, cuando Laura acudió a Unilago, reconocido punto comercial para tecnología, para instalar un protector de pantalla en su celular.

Como es costumbre, entregó el teléfono desbloqueado al técnico. Sin embargo, el empleado se llevó el dispositivo a otro cuarto fuera de su vista. Aunque el procedimiento parecía rutinario, el riesgo que asumió fue mayor de lo que imaginaba.

Clonaron sus tarjetas:

Ese mismo día, comenzó a recibir notificaciones extrañas: su tarjeta estaba “lista para ser usada” en tiendas virtuales, y aparecían cargos no reconocidos en sus cuentas, como suscripciones a YouTube y Google.

Laura reaccionó de inmediato. Bloqueó sus tarjetas, notificó al banco y, tras un mes de trámites, logró recuperar el dinero.

Sin embargo, cometió un error: mantuvo el mismo PIN cuando le emitieron un nuevo plástico.

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Apenas tres días después, los intentos de acceso y pagos fraudulentos regresaron.

La joven decidió cambiar su contraseña bancaria a través de un enlace recibido por mensaje de texto. Minutos después, recibió una llamada “del banco” para confirmar supuestos movimientos sospechosos desde Cali. “¿Es usted quien está tratando de transferir 1′500.000 desde allá?”, le preguntaron.

Laura, que vive en Bogotá, negó todo. Le pidieron enviar unos códigos para detener la transacción. Fue entonces cuando sospechó y colgó.

Al comunicarse directamente con el banco, recibió la confirmación: nadie de la entidad la había llamado. “No pedimos códigos por teléfono”, le dijeron.

Fue allí donde entendió el alcance del robo: al dejar su celular desbloqueado en Unilago, alguien habría creado en secreto una clave segura, una configuración que ella desconocía. Como no cambió esa clave ni el PIN tras recibir la nueva tarjeta, los delincuentes seguían teniendo acceso como si nada.

Su historia se volvió viral:

Laura decidió compartir su historia para advertir a otros. “No entreguen sus celulares desbloqueados y nunca los pierdan de vista”, recomendó. Su experiencia refleja cómo los delitos informáticos evolucionan, combinando ingeniería social con accesos físicos para obtener información sensible.

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